No bien terminaba la temporada futbolera cuando la piscina tiburona ya se agitaba con las contrataciones de futbolistas con buen nombre y/o buen presente. Sin duda sobresale la figura de Miguel Angel Borja como el cromo más preciado en la cartilla que se arma para los retos del 2020, incluido en ellos con particular afán el seguir creciendo en prestigio y jerarquía internacional con una buena participación en Copa Libertadores. Y sin decirnos mentiras, el crecer igualmente pasa por saber negociar la venta de derechos deportivos de futbolistas cuando es menester hacerlo. Así pasó con Bacca, Cuéllar, Celis y ahora Cantillo. Nada de malo tiene. Es así.
Ahora bien, el que se hayan contratado buenos futbolistas no se traduce necesariamente en un buen equipo. Por supuesto que es más fácil armar un buen equipo con futbolistas capaces, pero también es cierto que ninguno es más que todos, y que en el fútbol, como en la vida, debe primar la fortaleza y el interés del colectivo sobre el individual. El lograr que esas buenas piezas engranen como deben en una estructura de juego implicará trabajo, tiempo y paciencia. Es, obvio, responsabilidad del cuerpo técnico. En la medida en que arranque trabajos con la mayoría de la nómina confirmada y disponible, mejor le irá y más se le podrá exigir. Siempre, eso sí, teniendo claro que nada se ha ganado y que el bien del grupo es lo primero. Motivos para soñar hay; motivos para esperar, también.
En las canchas políticas el tema se parece. Más allá de las preferencias o convicciones que todos podamos tener, lo que toca es darle a los nacientes mandatos locales y departamental el tiempo prudente para que puedan empezar a desarrollar sus planes de trabajo. Y ojo, que no se entienda por “tiempo prudente” el aplauso gratuito o el silencio acólito. Eso no es prudencia sino complicidad. Tanto la crítica destructiva como la adulación barata sobran por malas. De lo que se trata es de fortalecer la participación ciudadana, la transparencia en la información y el debate argumentado. La clave está allí.
A priori, se podrían decir un par de cosas: Si bien cada mandatario puede escoger su equipo de trabajo como considere, y seguramente hay muchas personas capaces que merecen continuar, también puede interpretarse como una señal preocupante de falta de liderazgo en sectores específicos el que se ratifiquen o enroquen ciertos nombres. La fortaleza de los programas y las ideas debería primar sobre los ejecutores. Bueno es el evitar personalizar. Los mesianismos pocas veces terminan bien. En todo caso, y en línea con el párrafo anterior, la evaluación no es ahora.
Y en segundo lugar, es menester insistir en lo cultural, entendido esto más allá de lo artístico: Formación, infraestructura, créditos blandos, capitales semilla, incentivos para invertir. Los dividendos sociales que genera la cultura son, sin olvidar los otros, el mayor de los legados. Se avanzó, no hay duda; pero falta, y mucho.
Que ruede el balón, pues…
asf1904@yahoo.com
@alfredosabbagh
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