Si no pasa nada raro, hoy se posesionará el Congreso de la República. La fecha coincide con la celebración del llamado “grito de independencia”, que no fue ni lo uno ni lo otro sino más bien una componenda previamente planeada para aprovechar la esperada respuesta negativa del señor Llorente a la solicitud de prestar el famoso y ya averiado florero; y motivar con ello a una revuelta que buscaba la presencia de criollos en las juntas locales de gobierno, todas fieles al rey de España. Ergo, de independencia poco o nada. Con algo de ironía podríamos decir que esta fecha bien celebra trapisondas, planes por debajo de la mesa, intrigas y acomodarse al poder. Nada que no pase, y bastante, en el Congreso.

A pesar de los antecedentes, lo de esta vez pinta especial: Es el primer congreso que legislará y le hará control político a un gobierno de izquierda. De entrada, y luego de las hábiles movidas de los alfiles del presidente electo, dentro de los que sobresale Roy Barreras, inicia con unas supuestas mayorías que permitirían sacar adelante en los primeros meses proyectos fundamentales de la agenda que eligieron los colombianos el pasado 19 de junio. Como era igualmente de esperarse, la conformación de esas mayorías trajo consigo suspicacias y algo de desazón luego de la mentada foto entre Petro y Gaviria en plenas vacaciones del primero en Italia. Como bien lo dijo Ana Bejarano en su siempre acertada columna del domingo en Los Danieles, los otrora partidos tradicionales se han dedicado a prácticas insanas, al tráfico de contratos e influencias, y a cambiar de principios como quien cambia de camisa. Ese es el estilo de Cesar Gaviria, y por supuesto preocupa tenerlo cerca; aunque esa cercanía, pragmáticamente hablando, sea ahora necesaria. Vamos a ver cuánto dura y cuánto termina costando ese abrazo a la italiana…

En una democracia sana y justa, el legislativo sería apoyo a la vez que contrapeso si cada parte de la bancada hiciera lo que le tocara: Que la de gobierno apoye y aporte; pero que no aplauda ni guarde silencio cómplice. Que la independiente hable y escuche, que argumente a la vez que permite el argumentar para desde allí tomar una postura; pero que no se transe. Que la de oposición proponga miradas y acciones distintas, motive a la reflexión y sea sesuda en su control político; pero que no atraviese palos en la rueda como estrategia electorera.

Si nos vamos al pasado, sea reciente o no tanto, parece mucho pedir; pero si no se pide no pasa, y esperanzados estamos la mayoría en que no sea más de lo mismo. Empieza un cuatrienio cargado de ilusiones como nunca antes. Lo mínimo es pedir que cada uno haga lo que le corresponde.

Pd: Triste y absurda la manera como Ingrid Betancourt manejó al partido Verde Oxigeno. Al cúmulo de errores le suma la inexplicable expulsión de sus únicos congresistas. La vanidad es el pecado favorito, no cabe duda. Flaco favor se le hace a la democracia cuando la dictadura es la del ego.

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@alfredosabbagh