La frase está errada e incompleta. En realidad, se trata de dos versos del poeta lírico y satírico latino Horacio (65 a. C.-8 a. C.), que dicen: Graecia capta ferum victorem cepit, et artis intulit agresti Latio (‘La Grecia conquistada a su fiero vencedor conquistó, y en el Lacio agreste introdujo las artes’). Lacio, donde se asienta Roma, es una de las veinte regiones de la Italia actual, pero en la Antigüedad era equivalente a Imperio Romano, incluyendo sus urbes y sus áreas rurales. Los versos lo dicen todo, y no necesitan interpretación. Según estos, la rudeza y el mal gusto vigentes en el Imperio, sobre todo en las áreas rurales, comenzaron a ser derruidos en el siglo 2 a. C. cuando Roma conquistó definitivamente Grecia. El proceso de cambio, por supuesto, se tomó su tiempo y empezó a darse después de que el Imperio estuviera en paz luego de tres guerras contra Cartago –o guerras púnicas (264 a. C.-146 a. C.)– y comenzó a consolidarse cuando sucesivas generaciones fueron experimentando una euforia estética jamás conocida. Los versos de Horacio sintetizan la transformación que sufrió la Roma inculta al deslumbrarse con el sentido de lo bello y de lo refinado que caracterizaba a los griegos. En otras palabras, Roma conquistó Grecia con las armas, pero Grecia, con su literatura, sus artes y su pensamiento logró civilizar a un conquistador tosco y fiero.

Nota: A propósito de que la semana pasada me referí a la expresión ‘dar papaya’, me escribe Carlos Enrique Sánchez Gómez: “Vivo en Barranquilla desde 1988. Nací en Medellín y viví mi infancia y mi adolescencia en su área metropolitana. A mediados de la década de los setenta, en mi región de crianza decíamos “la bola” para referirnos al trasero de la mujer (“¡Qué bola tan linda!”), pero decíamos “la papaya” para referirnos al trasero en general. Entonces la expresión ‘no dar papaya’, en su sentido implícito era equivalente a las locuciones ‘no se descuide’, ‘no sea incauto’, ‘esté alerta’ y otras similares, que pueden ser alusión a “no deje que lo sodomicen”. Las expresiones “dar papaya” y “no dar papaya, pero comerse toda la que le den”, empezaron a hacerse populares. Cuando llegué a vivir a Barranquilla, en mi tierra se comenzaban a usar las referidas por usted: “papaya dada, papaya partida” y “papaya partida, papaya comida”, y, además, una que se empleaba en un contexto más cínico usando el conector “y” entre las dos frases.

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