No cabe duda que con las micro intervenciones viales se logran solucionar nudos de tránsito que afectan la movilidad vehicular de la ciudad, por lo que se convierten en un complemento de las intervenciones mayores que son obviamente mucho más costosas y toman más tiempo en su ejecución por lo que afectan el tráfico normal y a negocios por semanas o meses. Pero no es menos cierto que ambos tipos de intervenciones no logran al máximo su cometido si no se complementan con una disciplina de aquellos conductores que no respetan ni las reglas ni a los demás.
El ejemplo más reciente pude apreciarlo un viernes de esos en que religiosamente me reúno con mi grupo de amigos a chimosear y arreglar el mundo mientras nos tomamos unos drinks y almorzamos, porque desde un quinto piso y el amplísimo ventanal de Comfamiliar veía cómo se comportaba el nuevo carril de la carrera 56 con calle 76 que hoy obliga a todos los conductores girar por este, y durante ese rato observé estos cuatro casos: 1.) Un taxi frenó en esa fila durante más de un minuto, y tal parece que la negociación no le convino al usuario, pero la fila estuvo interrumpida. 2.) Un cliente de Jumbo llevó hasta la acera, no sé cómo, el carrito con un mercado, que orondamente acomodó en el baúl de un carro particular mientras aguantaba a todos los de atrás. 3.) Dos taxis se estacionaron a esperar pasajeros en el carril de aceleración en mitad de cuadra. 4.) Un camión repartidor de gaseosas se estacionó a descargar unas cajas en ese mismo carril. Conclusión: Ese tipo de comportamientos convierten una inteligente solución en un problema, pero si en esa cuadra se instalara una cámara de foto-multas para los mal estacionados, con certeza que eso no sucedería, y quizás esta no generaría mucha utilidad económica, pero sí lograría culturizar a tanto bagre y mejorar el tránsito.
Igual sucede en varios tramos de las vías recientemente ampliadas, y uno que es reiterado es en la carrera 49C entre calles 79 y 80, aunque también en algunos otros puntos de esa misma carrera y de la carrera 50. Pero quizás ninguno como el que se sucede desde hace años en la carrera 53 con calle 80 frente a la “Torre Atlántica”, estrangulando el elevado flujo de esa vía sin que jamás uno vea un agente de tránsito que lo evite o sancione. Muy seguramente con una cámara en ese punto se acabaría la guachafita.
Por lo anterior es que considero que no son suficientes las micro y macro intervenciones viales, si no se logra disciplinar a esos conductores que hacen lo que les venga en gana a sabiendas que no serán objeto de sanción alguna, y que sería mejor mudar algunas cámaras para controles de velocidad, como las inútiles de la carrera 51B entre 79 y 80, y la de la calle 84 con carrera 59, para que le presten un verdadero servicio a la movilidad.
@nicorenowitzky








