No es que uno no espere la muerte, sino que nos ha tocado la ausencia, casi que simultánea, de personas con las que vivimos situaciones de vida. Y a mí, particularmente, me golpea muy fuerte. Nunca aprendí a manejar el tema.
Ahora fue Emilio Zogby. Mi extrañable amigo que, alguna vez, se mudó de Barranquilla a San Andrés cuando en las islas había todo por hacer. Y él ayudó a hacerlo. Se convirtió en referente para todas las cosas: el comercio, el periodismo y los deportes.
Lo conocí en 1977 cuando, siendo el director de la estación de INRAVISIÓN en San Andrés y corresponsal de El Espectador, se le dio por organizar el Campeonato Nacional de Béisbol de ese año. Por primera vez se hizo un evento de esa naturaleza en el archipiélago. Torneo que debía durar 10 días y se alargó casi un mes por cosas de la lluvia que sitió a las islas en ese mes de septiembre de ese lejano año.
Ese evento me dio la oportunidad de conocer, no sólo a Emilio, sino a ese grupo de dirigentes de valía como Celedonio Camacho, Washi Mow y otros y sus respectivas esposas, convertidas en Voluntarias, que apoyaron el éxito de uno de los mejores campeonatos que hubo, con las mejores estrellas del béisbol aficionado de entonces.
También a Herminia Vaca, tal vez la mejor lectora de libros que conocí, culta, analista de las cosas del mundo y mano derecha de Emilio en su Supermarket Mini Rey, el éxitoso primer supermercado organizado a la usanza de las tiendas de retail gringas cuando ir a San Andrés era como viajar a Miami, pero sin visa. La isla era puerto libre y se conseguía todo lo que se vendía allá y sin pago de impuestos de importación lo que hacía que, incluso, se consiguieran productos más baratos.
Creo que no me equivocaría en decir que Emilio trajo al país por primera vez, a través de San Andrés, las famosas papitas Pringles, los chocolates Hersheys, M&M, las cervezas gringas, enlatados, las chancletas “tres puntás”, gafas de sol y toda la gama de bisutería que se volvieron populares entonces.
Emilio Zogby fue todo en San Andrés. Fue dirigente social y deportivo, oráculo obligado para buscar soluciones, crítico serio y sin tacha para lo que no iba bien, fundó Teleislas, tuvo programa deportivo y noticiero, fue director de la Cámara de Comercio. Tal vez su mayor honor fue haber sido adoptado como un raizal.
Se ha ido Emilio, el último de los tres con los que tuve gran amistad que se convirtió en hermandad en San Andrés. Primero Donasky Bent Forbes, después Hermina Vaca, ahora Emilio.
Vuelvo a decir, otra vez, que me da la sensación que nos estamos quedando solos…








