En algunas ocasiones algunos amigos me han sugerido que no mencione al presidente Petro en mis escritos porque, según ellos, estaría haciendo lo que él busca y quiere; es decir, que los colombianos hablemos y escribamos sobre él permanentemente; así sus seguidores seguirán fieles, a pesar de sus muy frecuentes y enormes errores. Sin embargo, persisto en hacerlo -aunque con menor frecuencia- porque abrigo la esperanza de que como resultado de la objetiva reflexión colectiva cada día sean más los que se desilusionan y desertan de su mermado colectivo ideológico.
Pero cómo no hacerlo si cada día el presidente Petro nos sorprende con sus actuaciones descabelladas e insólitas, que están afectando la dignidad de la mayoría de los colombianos.
La más reciente fue durante la semana que estuvo en la ciudad de Nueva York para asistir a la 80ª Asamblea General de las Naciones Unidas, en la que, en su discurso del 23 de septiembre, dedicado al conflicto existente en Gaza y a la descertificación por los deficientes resultados en la lucha contra el narcotráfico, atacó en forma desafiante, al gobierno de USA y a su presidente Trump, a Israel y a toda la ONU. Fiel a su talante también ataca en el contexto internacional, como lo hace en el país.
Ese comportamiento podría ser aceptable en el marco de esa Asamblea, considerando los principios de diversidad política y libertad de expresión que la guían. Lo que si fue absurdo fue su participación en la marcha por las calles de Nueva York, una actividad ajena a la agenda de la ONU, para apoyar al pueblo palestino, en la que se atrevió, megáfono en mano -como cualquier agitador- a invitar a los soldados del Ejercito de USA a desobedecer las órdenes de su jefe supremo, el presidente Trump, en un claro acto ilegal y de incitación a acciones violentas. El único de los 193 Estados miembros que se atrevió a tan desconcertante acción. Una verdadera vergüenza.
Esa actuación le ocasionó la pérdida de la visa personal, como reacción inmediata del gobierno americano. A su regreso al país, el presidente Petro manifestó: “no tengo Visa, pero no me importa, pues no solo soy ciudadano colombiano”. Tal vez aludiendo a su ciudadanía italiana, lo que demuestra su desdén por los intereses colectivos de los colombianos.
Ahora, descertificado y sin visa, se ha dedicado a despotricar en contra de los que no lo han apoyado, entre ellos a los 500 empresarios que enviaron la carta rechazando sus declaraciones en USA, a quienes ahora considera apátridas.
@AELopezP