La semana pasada tomé un taxi y me encontré con un chofer tan auténtico que parecía inventado. De esos que inspiran a escritores a crear personajes.
Con su pinta y su manera de hablar, bien pudo haber sido “El Flecha” que inspiró a David Sánchez Juliao.
Llevaba salsa a todo timbal en el radio del carro, mientras de un transistor que colgaba de su cuello escuchaba las noticias. Entre cambiar de carril, tararear y saludar a vendedores en los semáforos, escuchaba ambos aparatos al mismo tiempo.
Yo lo miraba intrigado, tratando de entender cómo su cabeza no estallaba.
Le pregunté cómo lograba concentrarse y me respondió que las noticias eran tan aburridas que lo mejor era animarlas con música. Tenía lógica. Nunca se me habría ocurrido. Pensé que quizás ese era el auténtico periodismo caribe: noticias contadas en clave de salsa.
Sin darme chance, arrancó un monólogo político que bien podría estar en una novela caribeña. Con su manera de hablar se despachó contra periodistas y candidatos presidenciales que desfilaban por la emisora. No mencionó nombres, pero fue tan evidente que no hacía falta:
—Mi llave, yo no entiendo a estos radiobemba cómo le dan micrófono a tanto parapeto de candidato. Cada vez hay más moscas en el alambre y uno ya no sabe por dónde le entra el agua al coco.
Golpeó el volante y siguió sin respirar:
—¿Cómo va a haber un candidato que dice que la solución es dar balín? ¿Qué mensaje le estamos dando a los pelaos? Y la comemuerto, amenazando a la viuda pa’ que no le muevan el catre. Manda huevo. Y la chiqui, la periodista… esa culebra pica y envenena.
Lo miré por el retrovisor: ya estaba enviajado’.
—¿Y dónde me dejas al Bukele de Temu? Se las da de tigre, copiando al león de Milei. Y del otro lado, el marihuanero en primera, que lo único bueno que ha hecho es escribir novelas.
Subió el volumen de la salsa y remató:
—Y ahora está sonando el caresueño por tercera vez, pero ya le sacaron su vaina: detrás tiene a un españolete de asesor que vale un billete que no lo brinca un chivo. Y el man no quiere decir quién le paga. ¡Cipote de vaina!
Al llegar a mi destino soltó la frase que resume la semana política mejor que cualquier editorial periodística:
—¡Si la vaina no cambia! ¡Tamos’ jodidos!
El taxista, sin proponérselo, resumió mi frustración política de la semana. Y con su relato me recordó que el termómetro político no está en las emisoras, sino en la esquina del semáforo, en una tienda, en una mesa de dominó, en un parque, en una barbería, y hasta dentro de un taxi que va con noticias y salsa a todo timbal.
@eortegadelrio