Ser ingenuo implica ser cándido, inocente, candoroso, crédulo, incauto, párvulo o bobo. Ese parece ser el atributo de un grupo importante de colombianos que sigue acompañando a Petro y a su gobierno. El presidente se ha burlado de los colombianos y le ha pasado por encima a la ciudadanía. Ataca las instituciones, nombra ineptos sin formación alguna en los cargos y se hace el de la vista gorda frente a episodios de corrupción. Tampoco podemos olvidar que su gobierno premia criminales con las banderas de la paz total. No hay límite alguno al ejercicio de la acción de su poder.

Esta vez el asalto a la inteligencia de la ciudadanía es el intento de meterle la mano en el bolsillo a través de una nueva reforma tributaria para conseguir 26 billones de pesos. La iniciativa es tan absurda que está cantado su archivo en el Congreso de la República por la falta de apoyo.

Petro con esta iniciativa busca que se la rechace el Congreso para victimizarse de nuevo ante el país. Recordemos que lo hizo de la misma manera con el archivo de la reforma laboral que generó el abuso de poder en torno al “ decretazo” con el cual se pasaba por la faja al poder legislativo. Así también lo ha hecho con otros temas. Cuando pierde, arremete con furia y mucha emoción contra el enemigo.

La elección de Carlos Camargo es otro ejemplo. Perdió su candidata- según la información en los medios de comunicación-, y tres ministros presentaron cartas de renuncia. También me ocurrió a mi como Fiscal General cuando la entidad formuló imputación contra su hijo Nicolas Petro por la presunta comisión de delitos comunes y de forma inmediata envió la terna a la Corte Suprema para elegir Fiscal General. Me faltaban seis meses para dejar el cargo. Aún hoy 1 año y 7 meses después de salir del mismo, su obsesión contra mí hace que me perfile en su red social X de forma permanente.

Por lo pronto, el camino por ahora es que más allá de pensar en campañas presidenciales prematuras, debemos ser conscientes si vamos a tener elecciones el próximo año o si la democracia de este país es suficiente para contener la furia de un presidente que ha dado muestras de autoritarismo en el ejercicio de su función.

La lógica tiene que ubicarse en oponernos a la nueva reforma tributaria expoliadora, en el rechazo de un presupuesto excesivo e irracional, en la negativa de un proyecto de ley de sometimiento a la justicia que beneficia criminales y en evitar que se verifique un lavado de activos por cuenta de esa iniciativa. Tampoco podemos permitir que se haga una reforma al sistema de salud sobre la base de una ideologización que no le ha dejado nada bueno al país. La licitación de los pasaportes es un buen ejemplo de que Petro ha estado por encima del derecho.

Por lo pronto preparémonos para la batalla por la democracia. Defendamos la Registraduría Nacional del Estado Civil y las instituciones judiciales. No olvidemos que saldrán con un discurso victimista, dirán que se impidieron las reformas, que les persiguieron judicialmente a sus miembros y que las instituciones fueron insuficientes para cambiar el país. Nos dirán que necesitan hacer una nueva Constitución porque la que existe representa a las élites políticas, económicas y judiciales. Nos dirán que las instituciones persiguieron a un proyecto del cambio y de “progresismo”. Con ese discurso trataran de dividir la sociedad y llevarnos a la confrontación. Lo he dicho y lo sigo repitiendo: No seamos ingenuos.

* Ex fiscal general de la Nación

* Profesor del Adam Smith Center for Economic Freedom, Florida International University (FIU)