En el colegio, cuando jugábamos y una bola le pasaba por entre las piernas a alguien exclamábamos: “¡Orto!”. ¿Qué es eso? Alberto Cotes Chitiva, B/quilla
‘Orto-’ es un prefijo español (del griego orthos-) que significa ‘recto’ o ‘correcto’: ortografía (letra correcta), ortodoncia (dientes rectos), ortodoxia (doctrina correcta), ortogonal (en ángulo recto). ‘Orto’ también puede ser la salida del sol o de otro astro por el horizonte, fenómeno que se revela como una línea recta imaginaria que termina al nivel de los ojos de un espectador. ‘Orto’, al significar ‘recto’, alude al último segmento del intestino, y de allí tan perspicaz asociación, es decir, la bola mencionada le pasó a alguien por entre las piernas o por el ‘recto’, esto es, por el ‘orto’.
¿Por qué en ciertas partes de América Latina cuando una mujer rechaza a un hombre se dice que le dio calabazas? JLJR, B/quilla
La locución es usual en América y en otras latitudes. Partiendo de que el único afrodisiaco es la atracción física o intelectual, los afrodisiacos, tal como se describen, no existen, lo cual no obsta para que aún hoy sean estimados como tales los productos del mar y ciertas frutas. Por otra parte, hay elementos considerados anafrodisiacos o antiafrodisiacos, entre los que figura la calabaza. En efecto, ya en la Antigüedad india, egipcia y grecolatina la calabaza era juzgada como un trozo de hielo que enfriaba cualquier atisbo de ardentía en uno o en los dos miembros de parejas eventuales o estables. Cuando una mujer rechaza a un hombre que la pretende (o viceversa) se dice que le dio calabazas, es decir, que le dio un antiafrodisiaco para eliminar su entusiasmo porque no habrá de ser correspondido. Hay un caso documentado de unos padres eslavos que entregaron cortésmente al pretendiente de su hija una calabaza como señal de que no lo aceptaban. Dar calabazas, pues, es rechazar una propuesta erótica, pero también puede ser la negativa a un incremento salarial o el rechazo rotundo a un ofrecimiento. Todo se explica porque la calabaza es un fruto que, por su tamaño, su forma y su color se emplea como adorno, básicamente, durante la Fiesta de Brujas. De resto, tiene poca demanda, porque en la cocina solo sirve para hacer sopas o panes. De hecho, en tiempos pretéritos la calabaza era también sinónimo de baratija, de algo falso, insustancial e ilusorio porque engañaba con su hermosura, su tamaño, su redondez y su color intenso, y, cuando se abría, su sabor era soso, decepcionante. En España, dar calabazas es también reprobar a un estudiante en un examen.