Mañana se juega la final del Mundial de Clubes, un torneo que muchos miraban con escepticismo, convencidos de que sería apenas una Champions de menor nivel. Pero pasó lo contrario: se convirtió en el escenario perfecto para recordarnos qué es de verdad el fútbol. Este Mundial nos enseñó que hay talento más allá de Europa, que la pasión no es exclusiva de la Champions y que siguen existiendo historias de pequeños grandes héroes. Y eso, para mí, es la esencia del fútbol.
Siempre nos han dicho que el techo del fútbol está en Europa. Y tiene sentido: allá pagan mejor, allá se juntan los mejores jugadores de cada continente y allá está la Champions League, ese torneo que nos regala partidos inolvidables. Pero lo que vimos en el Mundial de Clubes demuestra que lo que hace grande al fútbol, lo tenemos acá con creces.
Botafogo le ganó nada menos que al PSG, demostrando que el talento también brilla por acá. El Al Hilal venció al Manchester City, recordándonos que se puede competir de igual a igual. Y Fluminense, llegó hasta la semifinal y se midió sin complejos al City, dejando claro que el fútbol sudamericano sigue teniendo nivel para estar entre los grandes, aunque no siempre ganen. Ejemplos que tumban la idea de que el gran fútbol solo vive en Europa.
También están la historia que hacen al fútbol lo que es, como la del Auckland City, un equipo de Nueva Zelanda donde muchos jugadores ni siquiera son profesionales. Aunque habían hecho el ridículo en el 10-0 contra el Bayern, demostraron que en el fútbol los sueños imposibles se cumplen: un profesor de colegio pasó de dar clases a convertir un gol de cabeza, empatarle a Boca y llevarse un millón de dólares. Es algo que cualquier hincha soñaría vivir; poder contarles a tus hijos que un día jugaste un Mundial de Clubes y le hiciste un gol a Boca Juniors. Historias que nunca olvidas.
Y para mí, no hay mejor ejemplo de lo que significa este torneo que lo que vivió el hijo de un amigo. Fue a un partido del Mundial de Clubes convencido de alentar a su equipo europeo, pero volvió convertido en hincha del equipo latinoamericano que les ganó. No solo por el resultado, sino por la fiesta en las tribunas, por la pasión de la gente, por sentir que el fútbol es, sobre todo, emoción, pertenencia y comunidad. Esa intensidad y ese ambiente, que a veces no se ven en Europa, es lo que hace tan especial a nuestro fútbol.
Cada torneo tiene su magia, y la FIFA acertó al darle vida a este campeonato y abrirle espacio para crecer. Hoy, el Mundial de Clubes empieza a ganarse un lugar que, con el tiempo, podría superar en expectativa mundial a la Champions. Porque tiene algo único: el sueño de los pequeños, las historias de los que nadie ve venir y la pasión desbordada. Y al final, de eso se trata el fútbol. De creer que lo imposible es posible, de sentir que la gloria está al alcance de todos. Esa es la esencia del fútbol.
@miguelvergarac