Después de 20 años del asesinato de mi hermano Alfredo Correa De Andreis, veo con gran tristeza que este país no ha cambiado en nada. Si señores, hace 20 años que mi familia vivió esta tragedia y la familia Uribe Turbay hoy está pasando por lo mismo.

En verdad este atentado es la prueba de que Colombia, no cambia, no se trata de derecha, ni de izquierda, ni de norte o sur, ni diagonal, ni centro, somos las personas, hay algo que nos impide avanzar, esto es consecuencia de la falta de hogar, los jóvenes borraron de sus vidas el respeto a los padres, a los profesores, los jóvenes crecen solos, los padres les tienen miedo, tratan de no contrariarlos, de no corregir, es una posición cómoda, con la excusa de que llegan cansados de trabajar.

Esa moda de salir a rumbear a partir de las 11 p.m, llegando a los 5 a.m, sin control, sin supervisión.

Mi esperanza era las nuevas generaciones, pero no, estos vienen peor, insisto que es culpa de los padres, por su ausencia, por evitar el conflicto.

En los colegios los profesores ya no se atreven a llamarles la atención, ni a sancionar las faltas, porque los padres llegan y los desautorizan.

Yo crecí en una casa con reglas, con horarios, donde se educaba y corregía, donde los profesores tenían autoridad y respaldo de los padres. Crecí con un chancletazo si no respetaba, y cual trauma, cual violación de los derechos de los niños, gracias a mis padres mi familia creció con honestidad, con educación, con respeto a los mayores.

Realmente, no veo la luz al final del túnel, cada día la juventud va en picada, los papas y mamas cada día mas alejados de la educación de los hijos, por otro lado quedan en mano de la nanas, que son necesarias porque tenemos que salir todos a trabajar, pero hay límites y es ahí donde perdimos el control. Jóvenes que todo los tienen fácil, porque piden y se les da.

Creo que los padres tienen que pellizcarse y asumir su rol y volver a tomar las riendas de las casas.

Magda Correa De Andreis