Me he alejado del béisbol. Desde hace varios meses. Tal vez por eso esta columna no había vuelto a aparecer.

Hoy, sin embargo, recuerdo a un amigo que, cada vez que me veía, me hablaba con entusiasmo de los colombianos en las Grandes Ligas, de los venezolanos que tuvo la fortuna de ver jugar, o de alguna jugada memorable de Édgar Rentería.

Ese amigo, cada vez que llegaba al periódico, se detenía frente a mi escritorio para conversar sobre béisbol:

—Bravo, ¿viste el juego de anoche? Creo que el mánager de los Yankees se equivocó en esa jugada del sexto inning. Tenía que mandar tocar la bola —me dijo una vez.

—Bravo, ¿qué ha sido de Gary Sheffield? Sé que ya se retiró, pero no he vuelto a saber nada de él. Esa forma de batear era única —me comentó otro día, mientras repasaba de memoria toda la alineación de los Marlins de Florida, aquel equipo que ganó la Serie Mundial con el hit de oro de Rentería.

—Bravo, ¿tú viste jugar a Andrés Galarraga? Ese sí conectaba jonrones largos. Tenía el récord del jonrón más largo en las Grandes Ligas. Le decían ‘El Gran Gato’ —recuerdo que me dijo en otra ocasión.

Hoy me arrepiento de no haber respondido más veces, de no haber seguido la conversación como él lo merecía. El trabajo y las urgencias cotidianas muchas veces me lo impedían. Me pesa, porque no son muchos los que comparten conmigo esa pasión por el béisbol.

Podría pasar horas hablando del tema. Y él también.

Pienso en esto porque vivimos tiempos en los que la velocidad del día a día parece arrebatarnos la posibilidad de tener conversaciones profundas, de compartir de verdad con quienes saben, con quienes sienten.

Lucho Rodríguez —el gran Lucho— conservaba intacta su pasión por el deporte. No importaba si debía salir corriendo a cubrir un evento o tomar fotografías de última hora: siempre tenía algún comentario de béisbol para compartir conmigo.

Recuerdo que en una de sus últimas visitas al periódico, antes de saludar a alguien más, se acercó a mi puesto y me dijo:

—Bravo, ¿qué pasó con la columna? Yo la recomiendo siempre. No dejes de escribirla, porque ahí uno se entera de cosas importantes sobre béisbol.

Hay que ser más como Lucho: conservar la pasión por lo que amamos, no dejar de hacer, hablar o escribir sobre aquello que nos mueve el alma.

Seamos más como Lucho. Y, por favor, no deje pasar una conversación.