Mucha paja se echó para tapar lo mal que le iría a Colombia en el TLC con Estados Unidos. Y la siguen echando, hasta el punto de ocultar las cifras o falsificarlas. Pero como contra la verdad nadie puede…

Según La República del lunes pasado, hasta 2013 les exportábamos más a los gringos que ellos a nosotros. Y de esa fecha al 2024, por el TLC, todos los años nos han derrotado en la competencia económica hasta causarnos un muy dañino déficit de la balanza comercial, que suma 22.143 millones de dólares.

La experiencia nos dio la razón a quienes advertimos el desastre que venía, advertencia que hicimos porque estudiamos el problema y no asumimos el autoengaño de soñar que Colombia –¡y más desprotegida por el TLC!– iba a vencer en la competencia a Estados Unidos: un país con una economía 75 veces mayor, altísimos desarrollos científico-técnicos y enormes subsidios del Estado a su economía, incluidos 75 mil millones de dólares anuales al agro.

En no equivocarnos contó bastante saber que los TLC empeoraban la apertura económica de los presidentes Barco y Gaviria de 1990, impuesta por el FMI para quebrarnos buena parte de la industria y el agro, como ocurrió.

Además, nos echaron el cuento de que aumentaríamos las exportaciones de bienes procesados, el mismo que echa Petro, también partidario de la apertura y los TLC. Porque las cifras confirman que Colombia depende en exceso de exportar bienes mineros y agrarios con muy poco o nulo trabajo y valor agregado, en el 78 por ciento del total despachado.

Y parte del engaño ha sido poner en ridículo a los empresarios colombianos que producen para vender en el mercado interno, al que los neoliberales menosprecian llamándolo “mercadito”. Porque entre las 1.500 trasnacionales que operan en Colombia (Procolombia, 2015), son poquísimas las que exportan, pues a lo que vienen, fundamentalmente, es a arrebatarles el “mercadito” a las empresas nacionales.

Para completar el cuadro del desastre, la deuda externa pública y privada de Colombia, que financia el déficit de la balanza comercial, llegó a 200 mil millones de dólares.

Sobre una derrota

Aunque no estaba en mis planes este texto, pondré mi experiencia al servicio de analizar con objetividad la pataleta de Petro y los petristas por su derrota en el senado.

Luego de un análisis serio, La Silla Vacía informó que Petro perdió la consulta por 49-47 votos y que hubo nueve senadores que no estaban o no votaron, lo que da 105 de los 108, que no dejan dudas sobre la legitimidad del resultado. Como malos perdedores, los petristas engañan al decir que hubo “fraude” porque una senadora petrista no votó porque no llegó a tiempo. Falso. Porque fue su culpa su incumplimiento y porque si hubiera votado por el sí, también habrían perdido la votación.

De lo peor de esta historia es un presidente que da pésimo ejemplo al mentir con cinismo, para irritar y movilizar con engaños a sus seguidores, a quienes utiliza, pero no respeta. Y usar un lenguaje extremista para promover movilizaciones, que ojalá no causen graves problemas.

¿Cuántos nuevos arrepentidos generará esta forma de corrupción entre los electores de Petro? Pues tanta mala fe y tanto engaño son una forma corrupta de hacer política.