El fútbol brasileño ha tomado una decisión que parecía imposible en otros tiempos: contratar un técnico italiano para dirigir su selección en lo que resta de la Eliminatoria y en el mundial 2026.

Carlo Ancelotti será el guía de la cinco veces campeona mundial. Históricamente, Brasil le entregó al mundo del fútbol los más geniales futbolistas, extraordinarios exponentes del dominio del balón y la inteligencia de juego. El grado más alto de esteticidad que este juego haya podido lograr ha sido la mayor de las veces por los grandiosos futbolistas brasileños.

De tal forma que estos siempre estuvieron muy por encima de la figura del entrenador. La selección brasileña no era la de tal o cual técnico por muy apreciado y reconocido que este fuera, ‘la Verdeamarela’ era la de Pelé, Didí y Garrincha; la de Pelé, Tostao y Rivelino; la de Zico, Sócrates y Falcao; la de Romario y Bebeto; la de Ronaldo, Ronaldinho y Rivaldo.

Pero, como hoy esta selección Brasil no tiene ni la genialidad individual ni la armonía grupal y tampoco los resultados de aquellas, la dirigencia de la confederación brasileña de fútbol (CBF) está convencida de que, ahora sí, la jerarquía, los títulos y el liderazgo de un técnico como Ancelotti es la panacea.

Que su aureola ganadora y talante personal deben ser motivadores para los jugadores. Que el sereno carácter del gran entrenador multicampeón cohesione, inspire. La trayectoria de Ancelotti ha dejado en evidencia su capacidad de adaptación, de no imponer a priori “su” idea, sino de reconocer las características de los futbolistas como punto de partida para su diseño táctico.

No lleva su librito, él va escribiéndolo con la ayuda de las virtudes de sus dirigidos. Esta vez, el libro que le toca es uno que ya tiene las más gloriosas páginas, las más bellas y admiradas letras, pero también con otras, las más actuales, con algunos errores ortográficos. El planeta fútbol está esperando expectante cómo los corrige.

PD: insisto en el merecido homenaje a Othon Dacunha: la sede del Junior en Bomboná debe llevar su nombre.