El próximo 8 de mayo, Finagro hará una audiencia virtual para presentar el balance de gestión sobre el financiamiento al sector agropecuario durante el año 2024. Como quiera que las estadísticas de crédito están publicadas en su página web, les adelanto un resumen de dicha gestión.
Para ponerlos en contexto, en Colombia existen alrededor de 5.3 millones de hectáreas entre cultivos que se cosechan entre 60 y 180 días, otros en 12 meses, luego los que se renuevan cada 4 o 5 años como el banano y la caña de azúcar, y por último los perennes como la palma de aceite, café, cacao y frutales. Es decir, el flujo de inversión entre siembras y mantenimiento puede superar fácilmente los 120 billones de pesos anuales. Para citar un solo ejemplo, la inversión anual para el sostenimiento de las 580.000 hectáreas de palma de aceite puede estar alrededor de los 5,7 billones de pesos. El proceso de industrialización y comercialización cuesta otros billones más. El crédito de Finagro no alcanza siquiera a financiar el 20% de esta inversión del agro en el país.
La inversión en la producción de alimentos y materias primas se realiza a través de recursos propios, créditos de los proveedores de insumos agrícolas (incluyendo la industria) y mediante créditos del sistema financiero conformado por 29 bancos, 4 corporaciones financieras, 14 compañías de financiamiento y 4 cooperativas financieras. Por ley, estas entidades de crédito deben hacer unas inversiones forzosas en el sector agropecuario, mediante la compra de Títulos de Desarrollo Agropecuario (TDA) a Finagro. De acuerdo a la Carta Circular 024 del 21 de abril de 2025, el requerimiento establecido por la Superintendencia Financiera fue de 17.3 billones de pesos.
Finagro recibe esos recursos de la banca a unas tasas de interés entre DTF - 4% e.a. y DTF - 2% e.a. y los coloca a través de créditos de redescuento a los productores del campo a unas tasas de interés entre el IBR +6,7% NA e IBR +10% NA, dependiendo si es pequeño, mediano o gran productor. Al final de la vuelta, Finagro se queda con un porcentaje de la intermediación de los recursos de los bancos. Cuando los bancos sustituyen esa inversión forzosa por créditos directos al productor (la ley se los permite), la tasa de interés es muchísimo más barata. La banca prefiere bajar la tasa de interés al productor que invertir sus recursos en Finagro a tasas negativas para mantener un “peaje burocrático” que solo gestiona el 17% del total de los créditos que van al sector productivo, industrial y comercial.
En esa rendición de cuentas, también dirán que fracasaron con la política de democratización del crédito del presidente Gustavo Petro. De los 39,4 billones de pesos desembolsados al sector agropecuario en el 2024, sólo el 8,7% fue para pequeños productores de bajos recursos. Literalmente, fue una gestión muy pobre. Sobre el despilfarro de los dineros públicos entregados en subsidios e incentivos a productores del campo, les haré un análisis en otra columna. Claramente, Finagro necesita una reestructuración a fondo y ese será uno de los desafíos del próximo presidente en el 2026.
*Consultor en apalancamiento financiero agroindustrial.