Hoy, Día Internacional de la Mujer, no les voy a repetir el cuento de las razones para conmemorarlo, pues, esa historia ya se la saben; tampoco les voy a decir los versos más hermosos este día. Prefiero aprovechar el espacio para pellizcarles el cerebro al ampliar la pregunta del título: ¿Por qué se dejan maltratar?

Sé que existen muchas razones en cada mujer para permanecer en una relación afectiva en la cual es maltratada de las diversas formas en que los hombres las maltratamos. Pero hay una razón íntima en cada una de estas mujeres para decidir quedarse en esa relación a recibir cualquier tipo de vejámenes, maltrato psicológico y físico, por encima de las recomendaciones de todos, incluyendo psiquiatras y psicólogos.

Incontables son los ejemplos de mujeres que van a consulta porque su pareja las golpea de manera salvaje y se hace la recomendación más efectiva para detener los golpes: señora, la única forma en que su marido deje de golpearla es que le haga una denuncia formal ante la autoridad policiva o de fiscalía pertinentes, y pida protección. La reacción inicial es asustarse, casi ninguna está preparada para esto. La siguiente es la duda, y la decisión final varía entre no presentarla o llevarla a cabo. Las que no lo hacen son las que tienen algo dentro de sí que les impide hacerlo.

Más allá de ese obstáculo íntimo hay razones que son inherentes al proceso. La primera es el abuso físico. Los golpes propinados de forma sistemática doblegan a la más brava de las mujeres. La segunda es de orden económico, algo que los hombres sabemos utilizar como cuota de poder para maltratarlas de manera humillante al hacerles creer que sin nuestro dinero están perdidas. La tercera es el abuso psicológico, que es denigrante porque el tipo conoce todos los secretos de la señora, y la degrada de manera perversa con esa información. La cuarta es mucho más perversa, el sexo, porque en ese acto de comunión biológica en que el hombre generalmente lleva el control, hay un verdadero dominio en algo que es superior a cualquier racionalidad.

La experiencia clínica demuestra que la única forma en que un abusador respete a una mujer es que esta se pare en la raya y le diga no al maltrato, pero tiene que ser la víctima quien acuda a la autoridad. Además, debe sostenerse en ese punto a pesar de la farsa que le montan de lágrimas y arrodilladas de arrepentimiento. No les crean, las estadísticas dicen que dentro de las primeras 24 horas en que se retira la caución reaparecen los golpes.

La otra forma de hacerse respetar es mediante el trabajo. La estadística también demuestra que hay muchas chicas ‘cómodas’ en su posición de mantenidas y no se les ocurre mostrar que son capaces de sobrevivir.

Chicas, el mejor homenaje que podrían hacerse las maltratadas el día de hoy sería ir a la comisaría y denunciar al cabrón que las maltrata a puños y patadas.

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