Pregunta: Invité a una amiga a mi mansión y me dijo que le había mentido porque era una casa sencilla. ¿La engañé? TVG, Cali.
R.: De ninguna manera. Una mansión puede ser un palacete o un rancho de paja. El Diccionario latino-español, de Eustaquio Echauri, registra: “Mānsio, mansiōnis: mansión, posada, estancia, residencia, permanencia, albergue nocturno”. Y José Elías Cury Lambraño, educador y lingüista de Corozal, dice: “Mansión significa ‘morada, albergue, sitio donde alguien vive’, por humilde, sucio o incómodo que sea. Hay mansiones regias, lujosas, rústicas, humildes, etc.”. Y cita como ejemplo al monje Palemón el Estilita, personaje del poema de Guillermo Valencia, quien “antiquísima columna de granito/ se ha buscado en el desierto por mansión”.
P: ¿Por qué del pan y de otros alimentos, cuando son viejos, se dice que están zocatos? TW, Barranquilla.
R.: El término zocato referido al pan, que es blando, indica que se ha puesto duro y rancio; cuando alude a las galletas, que son duras, señala que se han vuelto blandas y rancias. En el caso del pan, los cambios se deben a la humedad que contiene, y en el de las galletas a la que no contienen. Ambos productos cuentan con los mismos ingredientes y, cuando están crudos, la misma cantidad de agua, pero su tiempo de cocción varía. Al salir del horno, el pan contiene gran cantidad de agua y resulta grande y poroso, y las galletas salen prácticamente secas, delgadas y quebradizas. Con el correr de las horas, el pan va perdiendo su humedad, y mientras mayor sea esa pérdida se va endureciendo más; al contrario, al sacar las galletas de su empaque, sobre todo en lugares de alta humedad ambiental, estas absorben esa humedad y van ablandándose. Zocato viene de zoquete, y es probable que esta última voz proceda del árabe zuqât, que significa “desecho, objeto sin valor”.
P: El anglicismo ‘man’ empobrece nuestro léxico. Se halla en la frase “El ‘Man’ está vivo”. ¡Qué tristeza! Alberto Lamadrid, Barranquilla.
R.: Todos los idiomas reciben contribuciones de otras lenguas, y, a su vez, hacen aportes a estas. Ese cambalache, especie de juego de toma y dame, es normal, pues en el decurso de la historia las lenguas siempre han estado en contacto. A partir de lo que muchos consideran el nacimiento del español, a fines del siglo X, con las llamadas Glosas emilianenses, o, mejor, a partir de su consolidación en el siglo XIII, durante el reinado de Alfonso X el Sabio, nuestro idioma ha tenido intervenciones de otras lenguas que no lo han debilitado, sino que, al revés, lo han enriquecido. La palabra inglesa en lugar de ‘hombre’, por su eufonía y su brevedad, es de empleo muy popular en el español hablado en Colombia. Tal vez por ese uso generalizado, el cura que ideó la frase que usted menciona la utiliza para despertar simpatía y atraer adeptos a una religión que en las últimas décadas ha venido perdiéndolos de manera dramática.
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