Al hacer un breve análisis del movimiento comercial entre la Unión Europea y Colombia, tomando cifras del 2011 como referencia, se encuentra que el 15,8% del total de exportaciones del país van con destino a Europa. Los principales bienes que se exportan son combustibles minerales (65,4%).

Desafortunadamente, los productos manufacturados solo exportan un 5,7%. Por otro lado, las importaciones desde Europa representan un 13,77%. Principalmente, se importa maquinaria y tecnología, cuyo peso en las importaciones desde Europa llega a alrededor del 90%.

Las anteriores cifras muestran que el mercado europeo de 500 millones de consumidores solo reafirma la condición de economía exportadora de bienes tradicionales (con poco valor agregado) y la débil base industrial de Colombia, de la cual no se ven llegar buenas noticias considerando las últimas cifras de crecimiento industrial.

Las noticias de un somero crecimiento económico empiezan a llegar de Europa. No obstante, las cifras no dan para sustentar un espaldarazo al TLC entre Colombia y la UE. En su orden, Holanda (28,12%), España (19,16%) y el Reino Unido (13,32%) son los principales destinos de las exportaciones colombianas. De estas tres economías, tanto el Reino Unido (del 0,7% al 0,8%) como Holanda (del 0,0% al 0,1%) registraron un leve crecimiento con respecto al segundo trimestre del 2013. Mientras que España registró un crecimiento de 0,1% en el tercer trimestre del 2013, lo cual son dos décimas por encima de la cifra registrada en el segundo semestre del 2013.

El crecimiento europeo da razones para argumentar que una masiva demanda no vendrá desde Europa al estilo trickle-down. Los instantáneos efectos no se darán tal como la teoría estándar del comercio internacional predice. Y si el escenario fuera el otro, no se debe olvidar que el TLC con la UE incrementaría el efecto de un fenómeno paradójico, como lo es el hecho de crecer sin creación de empleo, el cual es principalmente originado por la predominancia de la minería en la economía colombiana.

En lo referente a la región Caribe, todo indica que si los TLC son para incentivar la competitividad, vale preguntarse: ¿Qué estamos haciendo para generar una base industrial que nos lleve a ser competitivos y nos arroje herramientas para impulsar un sector servicio no espurio? La respuesta que toca dar es que poco. Empero, no se debe olvidar que los cambios institucionales se inician con un proceso de cuestionamiento. No siempre los agentes aceptan que la situación de hoy debe perdurar. Los TLC llegaron y toca afrontarlos con políticas económicas ambiciosas.

*Profesor del IEEC, Uninorte.