Hay una controversia alrededor del Centro de Eventos, CEEC, que aún no se ha cerrado. Comenzó cuando un grupo de expertos en urbanismo y derecho urbano llamó la atención sobre el hecho de que había sido expedida la licencia de construcción sin plan parcial para Siape y su entorno.

La semana pasada, en el diario La Libertad, Robinson Rada, abogado experto en derecho urbano, reanimó el tema en un extenso documento. ¿Se le podía otorgar licencia al proyecto sin plan parcial?

Miguel Vergara, secretario de planeación, dice que sí porque en el lote había un urbanismo previo. Rada, quien con otros profesionales acaba de crear la Sociedad Colombiana de Urbanistas, lo mismo que Porfirio Ospino, vocal de la Sociedad de Arquitectos, piensan lo contrario. Sostienen que antes de la licencia de construcción entregada al centro ferial del CEEC, debió formularse, discutirse y adoptarse un plan parcial, que es una especie de Plan de Ordenamiento Territorial en menor escala.

Vergara plantea que no se trata de caer en la falsa discusión de qué fue primero, si el huevo o la gallina. Rada afirma que primero tenía que ser el huevo, es decir, el plan parcial, cuya obligatoriedad, subraya, se desprende del artículo 65 del POT. De acuerdo con este artículo, se requiere un ‘Plan Parcial de renovación urbana del barrio Siape y de desarrollo en su área de influencia’, lo cual aparece demarcado en el plano número 9 del POT.

Es llamativo observar que en carta de julio 5 de 2012, Fernando Bolívar, gerente de proyecto del CEEC, solicita a Vergara autorización para formular la propuesta de plan parcial. El mismo Vergara, en charla telefónica, me confirmó que tal plan está en proceso. Si ello es así, ¿por qué no se hizo primero el plan parcial y después se concedió la licencia?

Rada cree que esta decisión invertida es el resultado de la presión que él ha ejercido. Y su tesis es que el plan parcial se esquivó desde un principio porque, de acuerdo con la Ley 388 de 1997, eso implicaba una consulta democrática con los habitantes de Siape y los dueños de los lotes aledaños al de Peldar, y en esa consulta los primeros - por sumar más hectáreas - hacían mayoría y podían redefinir la misma ubicación del CEEC, atendiendo, por ejemplo, las exigencias de tipo ambiental, lo que hubiese derivado, probablemente, en un gran parque en el área de Peldar, a manera de barrera. En tal caso, el CEEC habría tenido que trasladarse a los lotes aledaños.

Vergara me decía que está de acuerdo en que el CEEC, siendo un proyecto estratégico que internacionaliza más a Barranquilla, no puede quedar enclavado en una zona marginal y contaminada tampoco. Por eso se esperaría que, de todos modos, se asegure para Siape –que tuvo en Peldar el balneario del barrio en tiempos en que allí hubo un humedal– una intervención que cambie el entorno, es decir, las viviendas, las calles, y que permita la reubicación, más al norte, de una concesión carbonífera como Michellmar.

También creo que en estas controversias sobre legalidad de los proyectos urbanos de la ciudad tiene que haber total claridad, y no duda o confusión. Construir ciudad es también respetar la legalidad. En ese orden, no se entiende que a estas alturas no funcionen dos instancias clave para garantizar la sujeción legal de este tipo de obras, como la comisión de veedores a los curadores y el consejo consultivo de ordenamiento territorial. ¿Quiénes son, entonces, los que en realidad van en contravía en esta ciudad?

Por Horacio Brieva
@HoracioBrieva