Me resulta inconcebible discernir, que en la adultez se carezca de imaginación y se deba consultar con la almohada para soñar despierto. Lo opuesto, cuando se es niño; a quienes se nos facilitaba utilizar la imaginación, a tal alcance, de crear mundos tridimensionales paralelos a la realidad. En otras palabras, nos valíamos de materiales del medio que se modificaban y hacíamos de estos: "Carros con totumo, balones con vejiga de vaca disecadas y muñecas de trapo".
Facultades que desarrollaba desde muy pequeña la licenciada Irma Elena Blanco Banquéz. A la que, muy seguramente su madre le aplaudía diciendo, que: "De cualquier paliza sale un lobo" Pese a que su padre le recriminaba: "Que no sabía dónde estaba parada".
En la actualidad, se halla asentada en la cabecera municipal de San Onofre, desde donde, aún esculpe magia con sus dóciles manos, en coartada de una vieja máquina de coser en la cual borda mensajes de amor, gravitadas, en la fragancia que respira de las heliconias, de las buganvilias y de las orquídeas que hermosean su jardín. Así como, las reestructuraciones que hace en cerámica y ni hablar de sus pinceladas sutiles que danzan al compás de la melodía de: "Un canario, de un tumba yegua y de la insolencia de una mirla enjaulada que parodia su risa".
Pero, de eso impregna la "profe Irma" como se le conoce de paz, de amabilidad. Sin mencionar, sus interesantes tertulias de cultura general en compañía de una humeante taza de café.
Thiago Bettin