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A veces deseamos que pase rápido, tanto que mejor sería un buen salto; a veces que pase lento, tanto que alcance a detenerse; pero él transcurre así: sin prisa pero constante. Ese es el tiempo, con el movimiento como su mejor aliado. Ellos están tan bien sincronizados que no pueden vivir por separado. Solo dentro de la mente, en ciertas circunstancias, pueden percibirse inarmónicos.

Un caso que sustenta la anterior apreciación, sin temor a equívocos, fue cuando la pelota venía a inmejorable altura. En fracción de segundo alcancé a visualizar un acontecimiento completo: el batazo y el lugar donde la iba a colocar sin importar los reclamos airados de la señora Frañía, pero en el preciso momento cuando hice el swing se oyó el golpe seco en el guante del cácher. No lo podía creer. Había hecho contacto con lanzamientos la mar de difíciles, y este, que estuvo de ‘bésame, mi amor’, no fui capaz de atinarle. De ahí la vida siguió sin afugias aparentes. Después, y en este caso sí hubo una lucecita roja, estaba en el orinal del Estadero Ipacaray desocupando unas cuantas cervezas mientras dos parroquianos entraron con sus sonoros chorros y salieron, y yo ahí con el mío; fue la primera vez que lo percibí desamparado. Sin conciencia alguna del proceso que había empezado el día que la señora Frañía no tuvo motivos para alterarse, me encontré de pronto con que el tiempo también hacia barridos al cerebro y el nombre de un río suizo, de tres letras con dos aes incluidas, ya no estaba alojado en sus aposentos. El crucigrama quedó incompleto. Ahí si empecé a preocuparme. Aquel chiste de que se prefería el Parkinson al Alzheimer porque era preferible que se perdieran unas cuantas gotas de vino a que se olvidara en dónde había quedado la botella, que en su tiempo causó hilaridad, comenzaba a torturar.

A pesar de todo considero que la hora de recoger bártulos no ha llegado, por el contrario, estoy haciendo los ejercicios pertinentes para encontrar las palabras precisas que permitan esbozar ideas con la claridad convincente.

Pablo Vásquez Salas