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Aunque tan solo tiene un mes de vida, Maía Victoria se ha convertido en un símbolo de esperanza y tenacidad. Su nacimiento se ha constituido en un hecho histórico, puesto que es el primer bebé que es sometido a un exitoso procedimiento quirúrgico intrauterino para corregir la gastrosquisis, una malformación congénita que conlleva a que los intestinos estén por fuera de la pared abdominal.

Esta historia, llena de esperanza y fe, inició desde diciembre del año pasado, cuando María de los Ángeles Lugo y Ricardo Rodríguez recibieron una inesperada, pero sorprendente noticia: ser padres. Al realizarse la primera ecografía de control, la conmoción se apoderó de esta pareja al descubrir la enfermedad.

“En ese momento tenía 17 semanas de embarazo. Yo no entendía nada y nos enviaron a consulta externa, para que nos dieran más detalles. Lo cierto es que el rostro del médico y el ambiente me hizo sentir muy mal, pensé que era algo muy grave”, recordó la madre de 25 años.

Con el correr de los días, sus esperanzas empezaban a derrumbarse ante los fatídicos diagnósticos de los especialistas, que incluso le recomendaron suspender el embarazo. Sin embargo, una luz de esperanza se encendió en medio de una consulta con un ginecólogo, quien le refirió a un grupo de especialistas barranquilleros que han avanzado en el estudio de esta malformación.

“Cuando nos contactamos con ellos, nos contaron que había una posibilidad, que era un procedimiento que por primera vez se hacía en estas condiciones. No había certeza que todo saliera bien, pero era una gran posibilidad”, rememora la mujer, quien se dedica al oficio de repostera.

Mientras su mente se enfrentaba a un amplio abanico de posibilidades frente al futuro de su embarazo, un sueño -casi que premonitorio- fue esencial para tomar la decisión de apostarle a este procedimiento.

“Yo soy una persona de mucha fe y me aferré a eso. En un sueño, Dios me mostró a mi bebé completamente sana y fue un bálsamo para mantener la esperanza”, dice.

De forma paralela, Ricardo se encontraba en medio de una montaña rusa de emociones. Aunque siempre se mostró fuerte y le daba todo el apoyo a su esposa, por dentro se debatía entre el terror y la angustia.

“Teníamos mil preguntas y nadie nos daba respuestas. Los doctores Miguel (Parra) y Cristóbal (Abello) nos explicaron en detalle cómo sería la cirugía y los riesgos. La probabilidad de que nuestra hija naciera como una niña normal era del 90 % y a eso nos aferramos”, sostiene.

La cirugía

Por más de 10 años, los médicos Cristóbal Abello y Miguel Parra han trabajado en equipo atendiendo un sinnúmero de patologías congénitas. La experiencia adquirida por estos profesionales barranquillera fue clave para adelantar esta cirugía, puesto que identificaron procesos que permitieron el éxito.

Abello, quien es cirujano pediátrico, detalló que durante varios años adelantaron estudios para consolidar una técnica que permitiera ampliar la capacidad abdominal de los bebés para reducir la exposición de los intestinos de forma segura.

Tomamos técnicas utilizadas en adultos con grandes hernias y comenzamos a aplicar toxina botulínica en neonatos con esta complicación. Fue entonces cuando pensé en usar esta técnica dentro del útero. Nuestra experiencia en cirugía fetal —en defectos de columna como los mielomeningoceles— nos dio la pericia necesaria”, expuso.

JOSEFINA VILLARREALHERRERALos médicos Cristóbal Abello y Miguel Parra fueron los encargados de realizar la delicada cirugía.

La primera etapa del proceso correspondió a aplicar la toxina botulínica -por vía percutánea, guiada por ecografía- entre los planos musculares del bebé. Esto permitió ampliar en un 30 % la capacidad abdominal.

Posteriormente, cuando el embarazo cursaba por la semana 23, se adelantó la cirugía intrauterina para introducir los intestinos en el abdomen y proceder a cerrar: “Maía nació a las 35 semanas y media, con 2.800 gramos, por parto vaginal. Tomó pecho inmediatamente y está sana, creciendo sin problemas”.

En los próximos meses, otros dos bebes nacerán completamente sanos tras ser sometidos al mismo procedimiento por parte de este equipo médico, que ha planteado la necesidad de trasmitir este conocimiento a nivel mundial.

“Operar a un bebé con gastrosquisis dentro del útero y que nazca sano es un antes y un después en la cirugía fetal. No estamos hablando de poner un catéter o mejorar una función. Esta bebé nació curada. Por primera vez en el mundo, esto ocurre y ocurre en Barranquilla”, aseguró Miguel Parra, quien es especialista en ginecología y obstetricia.

Complicaciones por la gastrosquisis

Según las estimaciones, al menos 100 mil niños nacen al año con gastrosquisis en el mundo, lo que representa “enormes costos” para el sistema de salud.

El médico Abello indicó que la gastrosquisis se constituye en la segunda causa de intestino corto en neonatos en el mundo. Además, explicó que no es posible predecir qué pacientes pueden tener complicaciones en el embarazo o al nacer.

“Cuando nacen, lo hacen con los intestinos inflamados, requieren cirugía, silo, ventilación, catéteres, nutrición parenteral, y muchas veces infecciones intrahospitalarias. Algunos pasan hasta tres meses hospitalizados”, explicó.

Es de anotar que el procedimiento convencional requería intervenciones postnatales con alto riesgo de mortalidad perinatal, las cuales oscilan entre el 2% y 6%.

Cabe resaltar, además, que la cirugía por fetoscopia está cubierta por el Plan Obligatorio de Salud (POS) en Colombia, lo que facilita el acceso a este avance médico revolucionario.

Un amor con tinta

Unos días antes del nacimiento de Maía Victoria, su padre decidió cumplir una promesa hecha con antelación: tatuarse su nombre en su brazo.

Desde que nos dieron el diagnóstico, dije que me iba a tatuar su nombre. Un domingo, mientras trabajaba llamé a un amigo, le conté y me ayudó a hacerlo”, mencionó.

Para este hombre de 50 años, dicho tatuaje es el reflejo del amor que siente por su pequeña: “Cada día hay que darle gracias a Dios por la vida de Maía. Por eso, todos los días, lo primero que hago es ir donde ella, darle un beso apenas me levanto o salgo a trabajar”.

Jesús Rueda