Yo perdí el año no por bruta, sino por floja (…) no prestaba atención y me dormía en clases', reconoce Carolina Gutiérrez*, de 17 años. Cuando tenía 14 perdió octavo grado en la Institución Distrital Evardo Turizo Palencia, en el barrio La Esmeralda, en Barranquilla.
Con toques de humor relata lo que le sucedió, no omite nada y no duda en aconsejarles a los jóvenes que hoy se ven enfrentados a la situación que ella vivió que 'se pongan las pilas'.
En su caso —agrega— hubo desapego al estudio, le dedicó tiempo de más a sus amistades y cuando quiso reaccionar ya la suerte estaba echada con cinco materias ‘en rojo’.
'En mi casa ya sabían, es más, mi mamá asistió a todas las reuniones de final de período; inclusive ella me decía que me pusiera las pilas. El colegio me dio apoyo, me dijeron que yo debía salir adelante y que no podía seguir así. Al final no me cambiaron de colegio para que pasara la pena y en diciembre no me dieron ningún regalo, esos fueron los castigos', sostiene, con la frente en alto. Actualmente Carolina cursa 11 grado, dice que es una 'buena' estudiante y le agradece al colegio por el apoyo irrestricto que le sigue dando.
Para el docente Pedro Quintero, de la institución José Antonio Galán, situaciones como la que vivió Carolina y cientos de estudiantes en el país no se dan de un momento a otro. 'Cuando un estudiante pierde el año no es un docente ni un directivo el que define su situación de forma arbitraria. Debe entenderse que es una medida que toma el Consejo Académico en cada institución, el director del grupo, el coordinador académico y la psicóloga o psicorientadora'.
¿Cómo se toma la noticia?
El docente Quintero explica que en algunos casos la situación es aceptada de 'buena manera' por los padres y en otros los acudientes reaccionan de manera violenta, como ocurrió en un colegio de Barranquilla esta semana y que fue publicado en EL HERALDO, en el que la coordinadora recibió amenazas del pariente de un alumno que estaba a punto de perder el año.
Según Quintero, en algunos casos los padres 'olvidan' que sus hijos tienen cuatro cortes académicos al año, en donde 'pueden conocer su situación escolar y tomar los correctivos'.
Por obvias razones, la profesora se encuentra con vigilancia de la Policía, tras las amenazas de muerte que recibió. Ante esto, la orientadora de familia, Luz María Palis, explica que 'lastimosamente estas situaciones se dan porque los padres han dejado de asumir su responsabilidad de educar a sus hijos y trasladan esa responsabilidad' al plantel educativo.
En este sentido, dice que debe comprenderse que esto no es un tema académico sino también de formación de valores, y que 'algunos padres creen que con darle los útiles, uniformes y demás a sus hijos están salvando su responsabilidad pero, este es un tema que va más allá de eso'.
La orientadora sostiene que el acompañamiento de los acudientes, quienes son los primeros educadores, es 'sumamente importante' y debe propiciarse un espacio para el diálogo con el estudiante en el que conocer la situación sea el objetivo.
¿Qué hacer cómo padre?
Los padres de familia o acudientes deben 'analizar muy bien' cómo actuar frente a estas situaciones, entender qué está pasando en la mente del estudiante y trabajar en lo que esté fallando en su desempeño escolar, recomienda Palis.
Otro tema importante, explica la orientadora, es no evadir responsabilidades como titulares de los menores, no es cuestión de intentar culpar a la institución de las fallas que el estudiante venga presentando, sino de reflexionar en familia sobre lo que esté ocurriendo.
Dice que en los momentos complicados hay que entender que no 'es el fin del mundo', por el contrario, es una nueva oportunidad para el joven. Así mismo, recuerda que en las escuelas hay áreas o profesionales en los que puede apoyarse, en caso de necesitarlo.
El rector del colegio Sagrado Corazón de Jesús de Riohacha, Gilberto Martínez, coincide en que estas situaciones se convierten en 'buena oportunidad' para que el estudiante pueda preparase mejor para ingresar a la universidad. 'Es momento para revisar de manera conjunta lo que no se hizo bien, y darle la opción de trabajar en ello nuevamente', sostiene.
El reglamento de las instituciones
El decreto 1290 del año 2009 regula todo lo concerniente a la evaluación y a la promoción de los estudiantes de las instituciones educativas oficiales y privadas del país. Este documento dio 'autonomía' para que las instituciones desarrollen sus propios sistemas de evaluación y determinaran los criterios con los que iban a evaluar los estudiantes.
En ese sentido, 'cada institución es autónoma en la escala de calificación que defina para la evaluación de los jóvenes', explica Wilman Pérez, rector Institución Educativa Francisco Javier Cisneros, de Puerto Colombia.
Pérez dice que el llamado para los padres es hacer 'más reflexivos' con los procesos educativos del estudiante, 'no cabe duda'.
'Cada colegio propende por la calidad a través de su estructura interna, sin embargo, hay que tener en cuenta que siempre van a existir los conflictos sociales y personales, pero si queremos calidad, debemos conseguirla', puntualiza.
* El nombre fue cambiado a petición de la entrevistada.
Un caso reciente de pérdida masiva
En el colegio Karl Parrish de Barranquilla hay dos grados décimos, uno de 34 y otro de 33 alumnos; entre ambos salones, 15 estudiantes perdieron el año, según contó el rector de la institución, Leyton Herrera. Aunque padres de familia aseguraron que fueron 30 los menores que no pasaron el año escolar.
Lorena Gómez, acudiente de uno de los estudiantes, asegura que el proceso fue 'sorpresivo'. 'De pronto hay muchos que no estudiaron pero, en general, debe existir un problema para que tantos estudiantes pierdan el año', advierte.
Entre las asignaturas que más perdieron los estudiantes coinciden las siguientes: matemáticas, filosofía, sociales, español, ciencias y química. Ante esto, algunos padres aducen que los docentes 'faltaban a clase' y que esto incidió de manera directa en el resultado final de los estudiantes.
El rector de la institución responde que está desde hace cuatro meses en el plantel y que 'desconoce' cómo se estuvo llevando anteriormente este proceso en el colegio. Sin embargo, sostiene que desde su llegada implementó los 'controles de asistencia' para los docentes.
La rectoría de la institución, según Herrera, 'se está reuniendo' con los estudiantes afectados para analizar caso por caso, porque –reconoce– la cifra 'es alta' para el índice de deserción. A su vez, sostiene que desde el jueves pasado, y hasta ayer en la noche, se ha reunido con cinco estudiantes y sus padres de familia para revisar lo que ocurrió. 'Por esta razón es el único grado que aún no se les ha impreso boletines', comenta.
*Por Sara Hernández