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El patio de la casa de Jorge Luis Rada Romero, ubicada en el barrio Galán, quedó reducido a un estrecho espacio de dos metros cuadrados, cuando este mecánico de maquinaria pesada decidió convertirlo en su game room personal (Sala de Juego), para preservar allí sus máquinas ligeras.

'Me vine al patio porque mi esposa me echó del cuarto por completo hace dos años', cuenta de manera jocosa el hombre de 37 años que atesora en su casa una amplia colección de 27 consolas de videojuegos, entre las que se encuentran desde el primer Atari hasta el más moderno Play Station 4.

Esta semana, mientras el mundo de los gamers se conmovió con la muerte de Satoru Iwata, presidente de Nintendo, quien falleció a los 55 años, Jorge Luis desde su casa también lo hizo, pero al tiempo conmemoró los 30 años que cumplió el miércoles la consola Nintendo ‘Family’ Computer. Fue la primera que muchos conocieron en Barranquilla, en 1992, pero en realidad fue la tercera generación de videojuegos que sacó esta marca, y la que catapultó a la fama la figura del personaje de Mario Bros.

'La primera vez que jugué con el ‘Family’ fue a los 8 años, cuando un amigo de mi papá trajo la consola de Estados Unidos, en unas vacaciones de diciembre', cuenta con nostalgia Jorge Luis.

Aquel juego de 8 bits, de colores y movimientos básicos se robó la total atención de Jorge a su corta edad, lo que lo llevó a pedir su propia máquina de Nintendo en la Navidad siguiente. Títulos en dos dimensiones con explosiones que, sin embargo, a él le resultaban impresionantes, como Battle City y Bomberman. 

'Mi papá me compró el‘Family’ americano primero, luego el Super Nintendo y con el tiempo yo mismo fui adquiriendo las demás, entre esas la ‘Family’ japonesa, que es toda una reliquia en la actualidad', dice.

Al otro lado de la ciudad, en el barrio Paraíso, vive José Gustavo Ramírez Anillo, un joven de 28 años que afirma jugar Nintendo desde los 3 años de vida.

'Mi abuela le trajo el ‘Family’ americano a mi hermano mayor, pero como yo estaba más pequeño y pasaba más tiempo en la casa, mi mamá se ponía a jugar conmigo el clásico Mario y Donkey Kong', confiesa José Gustavo, mientras desarma la maraña de cables de sus controles de juego.

'Desde entonces no paré y diariamente le invierto parte de mi tiempo a esto'.

La evolución que une. Tanto Jorge Luis como José Gustavo coinciden en afirmar que por más innovación que exista alrededor de la creación de los videojuegos actuales, para ellos la consola ‘Family’ marcó un precedente importante en su niñez.

'Jugar con el ‘Family’ es regresar por el túnel del tiempo a reencontrarme con una de las mejores épocas de mi vida', afirma Jorge Luis, mientras agarra con sus manos de adulto el control de su ‘Family’, que mide tan solo 13 centímetros, y que seguramente fue el objeto más grande en sus manos de 8 años.

José Gustavo es enfático en decir que lo mejor de Nintendo ha sido su evolución. 'Del ‘Family’ es chévere el Mario, que será inolvidable, pero cuando apareció la Super y el Nintendo 64, todo fue asombroso, desde la calidad en los gráficos hasta la complejidad de los controles, que llegaban con más botones'.

Sin embargo, el joven aficionado comenta que fue precisamente el Nintendo 64 el que suscitó el nacimiento de una hermandad de amigos que nació en 1996, con la aparición de esta consola que llegó para competir con la Saturn de Sega y la PlayStation de Sony.

'La 64 brindó la posibilidad de jugar a cuatro controles, entonces ya podíamos jugar varios al tiempo y no se armaba la pelea de antes, como con la Super o la ‘Family’ que no jugaba quien perdiera', asegura.

Así mismo, Gloria Lyons, jugadora de Zelda y Donkey Kong en Nintendo 64, afirma que aunque los juegos de ahora tengan los mejores gráficos, ella seguirá prefiriendo los clásicos.

'Me siento bien jugando en 64 porque me gustan los colores que guardan estos juegos y porque además crecí jugando con estos', dice la joven estudiante de Comunicación Social.

Lo retro en la jugada. En medio del congestionado establecimiento de Fedecafé, Carlos Bustos y su esposa Rosa Sarmiento afirman vivir todavía de la 'gran época' del Nintendo.

Bustos cuenta que estuvo por más de 20 años como comerciante de electrodomésticos en San Andresito. Ahora es vendedor de reliquias de videojuegos y de artículos que el paso del tiempo ha hecho únicos.

'Cuando llegó la fiebre del Nintento y del Play, casi todos empezamos a venderlos, y ahí mismo aprendimos a repararlos porque la demanda era enorme', explica el comerciante.

Hace dos años, cuando el popular centro comercial fue clausurado, Bustos y sus colegas emigraron a otros puntos del Centro.

'Yo seguí vendiendo, comprando y arreglando lo viejo. Y claramente mi local es muy visitado por gente de la vieja guardia, que saben de esto y que además son grandes coleccionistas', dice Bustos, mientras rebusca en una caja de chécheres una pieza para un Play Station 1 que se encuentra reparando.

Aunque en el local de don Carlos reinan las imágenes de Mario, Luigi, la Princesa Peach, Toad y Donkey Kong, él asegura que no se queda atrás con los juegos modernos para consolas como la Nintendo Wii o la Play Station 4.

'Mi público es selecto, pero puedo conseguir cualquier juego, para cualquier consola', asegura. Sin embargo, considera que sigue 'estando en la jugada' a pesar de que los negocios de videojuegos en los barrios hayan disminuido y los nuevos juegos se hayan vuelto inaccesibles por los altos costos.

Pero lo más importante es que 'mis competidores se actualizaron y yo sigo en la jugada del clásico'.