Una investigación realizada por la Universidad Noruega de Ciencia y Tecnología (NTNU) estableció una correlación entre el mes de nacimiento de las personas y la probabilidad de desarrollar trastornos de salud mental en la infancia y adolescencia. El estudio, que analizó datos de más de un millón de niños noruegos, revela que aquellos nacidos durante el último trimestre del año presentan tasas significativamente más altas de diagnósticos psiquiátricos.
La investigación, publicada en la revista ‘BMJ Paediatrics Open’, siguió a menores de entre 4 y 17 años nacidos entre 1991 y 2012, utilizando los registros sanitarios nacionales de Noruega. Los científicos buscaron identificar los denominados “efectos relativos de la edad”, comparando las tasas de diagnóstico entre niños nacidos en diferentes épocas del año.
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Christine Strand Bachmann, investigadora doctoral del Departamento de Salud Pública y Enfermería de la NTNU, explica que “los miembros más jóvenes de una clase escolar tienden a ser diagnosticados con una enfermedad mental con mayor frecuencia que los mayores”. Este patrón se mantiene consistente independientemente del género y de si el nacimiento fue prematuro o a término.
TDAH lidera los diagnósticos diferenciados
El Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) mostró las diferencias más marcadas. Según los hallazgos, los niños más pequeños de cada clase presentan un incremento del 20% al 80% en la incidencia de TDAH, dependiendo de si nacieron prematuramente o a término. Esta disparidad sugiere que factores relacionados con la madurez relativa pueden influir en la evaluación y diagnóstico de este trastorno.
Los investigadores también identificaron patrones similares en otros trastornos neuropsiquiátricos, incluyendo retrasos en el desarrollo del lenguaje, habilidades académicas y destrezas motoras. Particularmente preocupante es el hallazgo relacionado con las niñas prematuras nacidas al final del año, quienes mostraron un riesgo significativamente mayor de desarrollar trastornos emocionales como ansiedad, depresión y trastornos de adaptación.
La investigación subraya que los niños prematuros enfrentan una doble vulnerabilidad. “Sabemos que los niños y adolescentes nacidos prematuramente ya son más vulnerables a una mala salud mental y social”, señala Strand. “Para los prematuros, los riesgos asociados a nacer a finales de año se suman a esta vulnerabilidad existente”.
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Esta observación plantea interrogantes sobre cómo los sistemas educativos y de salud pueden mejor atender las necesidades específicas de estos menores. Los investigadores sugieren que el problema puede estar parcialmente relacionado con la estructura rígida del sistema educativo, que agrupa a los niños únicamente por año de nacimiento sin considerar diferencias en madurez.
Ante estos hallazgos, los expertos proponen varias estrategias de intervención. La flexibilidad en las fechas de inicio escolar emerge como una posible solución, permitiendo que los niños más pequeños del grupo tengan tiempo adicional para desarrollar la madurez necesaria. También se sugiere implementar sistemas de apoyo adicional para estos menores dentro del entorno educativo.
“El sistema escolar no puede atender adecuadamente a niños con un comportamiento normal, pero más inmaduro”, advierte la investigadora, quien aboga por adaptaciones que reconozcan estas diferencias naturales en el desarrollo.
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Según la Organización Mundial de la Salud, aproximadamente el 14% de los adolescentes entre 10 y 19 años sufre un trastorno mental diagnosticable. En 2019, cerca de 293 millones de jóvenes de 5 a 24 años presentaban al menos un trastorno mental, siendo la ansiedad el más común.
La depresión afecta al 8% de niños y adolescentes, llegando al 9% en el grupo adolescente. Más alarmante aún, el suicidio representa la tercera causa de muerte entre jóvenes de 15 a 29 años a nivel mundial.