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En un descubrimiento que parece extraído de la ciencia ficción pero firmemente anclado en la física cuántica, investigadores de la Universidad de Calgary han logrado documentar el instante preciso en que la vida abandona un organismo, visualizando científicamente el momento en que se extingue lo que podría considerarse como nuestra “aura” biológica.

La investigación, liderada por Dan Oblak y publicada recientemente en el prestigioso Journal of Physical Chemistry Letters, ha conseguido captar con un nivel de detalle sin precedentes el fenómeno conocido como emisión fotónica ultradébil (UPE), una radiación luminosa extremadamente tenue que emiten todos los seres vivos como resultado de sus procesos metabólicos internos.

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“Lo que hemos observado es un contraste sorprendente entre los patrones de emisión fotónica de organismos vivos y muertos”, explica el equipo. Esta luz, imperceptible para el ojo humano, se mantiene mientras el organismo está vivo, pero se desvanece exactamente en el momento en que la vida se extingue.

Para realizar este estudio pionero, los científicos utilizaron tecnología de vanguardia, incluyendo sensores EMCCD y CCD de altísima sensibilidad, capaces de detectar niveles de luz que oscilan entre apenas 10 y 1.000 fotones por centímetro cuadrado por segundo. Estas cámaras digitales ultradelicadas permitieron observar los llamados “biofotones”, partículas de luz generadas espontáneamente por las células como subproducto principalmente del metabolismo mitocondrial.

En sus experimentos con ratones, los investigadores mantuvieron condiciones controladas de temperatura y luminosidad para evitar interferencias, logrando así captar el momento exacto en que la emisión cesa, coincidiendo perfectamente con la muerte biológica del organismo.

El estudio no se limitó al reino animal. Experimentos similares realizados con hojas de schefflera arboricola, una planta ornamental común, revelaron que las emisiones aumentaban significativamente bajo condiciones de estrés fisiológico, como temperaturas elevadas o daño tisular.

Más allá de su significado filosófico y existencial, esta investigación abre puertas a aplicaciones prácticas revolucionarias. La capacidad de medir esta emisión luminosa de forma no invasiva podría transformar radicalmente el campo del diagnóstico médico y la agricultura de precisión.

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Esta tecnología permitiría, en esencia, “ver” la salud captando directamente las huellas luminosas del metabolismo celular sin necesidad de procedimientos invasivos.

En el ámbito agrícola, la UPE se presenta como una herramienta diagnóstica no destructiva que permitiría a los agricultores identificar signos tempranos de estrés o enfermedad en sus cultivos, optimizando así el uso de recursos y reduciendo pérdidas.

Otro hallazgo que ha llamado la atención sobre el estudio fue el impacto de ciertos compuestos químicos sobre la emisión UPE. En el caso de las plantas, la aplicación de benzocaína —un anestésico local— sobre las zonas dañadas provocó el aumento más significativo en la intensidad luminosa, sugiriendo que incluso los tratamientos terapéuticos alteran la forma en que las células reaccionan bioquímicamente, y que esa reacción se traduce literalmente en luz.

A medida que continúan refinando esta tecnología, los investigadores anticipan que podría convertirse en un método estándar para monitorear la vitalidad y salud de organismos, desde plantas hasta humanos, ofreciendo una ventana no invasiva hacia el funcionamiento interno de la vida.