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En pleno Caribe colombiano, un corredor de vida se extiende desde las cumbres nevadas más altas del litoral del planeta hasta un complejo de humedales costeros en constante transformación. Se trata del corredor Sierra Nevada–Ciénaga Grande, una de las regiones más biodiversas y estratégicas del país, que reúne ecosistemas únicos, culturas ancestrales y una riqueza ambiental fundamental para la región y la nación.

“La Sierra Nevada de Santa Marta, la Ciénaga Grande y sus territorios circundantes conforman una diversidad de ecosistemas y paisajes únicos en el planeta, resultado de una extraordinaria convergencia de condiciones geográficas, ecológicas y culturales”, explica Carlos Mauricio Herrera, director de Conservación y Gobernanza de WWF Colombia.

Desde la cima de la Sierra, a 5.775 metros de altura y apenas a 42 kilómetros del mar Caribe, nacen 30 ríos que conforman una “estrella hidrográfica” que irriga los departamentos de Magdalena, Cesar y La Guajira. Algunos de ellos, como el Frío, Sevilla o Aracataca, desembocan en la Ciénaga Grande de Santa Marta, aportando el 40% del agua dulce que sostiene sus manglares, pantanos y bosques anfibios. Este sistema hidrológico no solo provee agua para más de 330 mil personas, sino que también alimenta cultivos clave como banano, palma, arroz y café.

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“Este corredor también brinda servicios ecosistémicos clave: provisión (como pesca, agricultura y madera), regulación (del clima, el agua y eventos extremos) y beneficios socioculturales como salud, arraigo y recreación”, agrega Herrera.

Cortesía WWFMamo

Pero la importancia del corredor va más allá del suministro de agua o alimento. La Sierra Nevada ha sido reconocida como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, y junto a la Ciénaga Grande, ostentan los títulos de Reserva de la Biósfera y AICA (Área de Importancia para la Conservación de las Aves). Esta última, por ejemplo, alberga 199 especies de aves registradas y es reconocida como un “aeropuerto internacional” de aves migratorias. La Vía Parque Isla Salamanca, que separa la Ciénaga del mar Caribe, es la única unidad del sistema de Parques Nacionales con la categoría de “Vía Parque”.

“Estos títulos reflejan su extraordinario valor ecológico y cultural, y las posicionan como territorios clave para la conservación a escala global y nacional”, señala Herrera. “También fortalecen las acciones de conservación al facilitar la priorización territorial, el acceso a financiamiento y la articulación entre organizaciones e instituciones públicas y privadas”.

Amenazas constantes

A pesar de su enorme relevancia, el corredor enfrenta amenazas constantes: agricultura intensiva, infraestructura mal planificada, erosión costera y cambio climático. Frente a esto, WWF impulsa un enfoque de conservación inclusiva que prioriza alianzas estratégicas con pueblos indígenas, sectores productivos y comunidades locales.

Cortesía WWF

“Desde 2013, WWF en este corredor ha impulsado alianzas estratégicas con comunidades campesinas, pueblos indígenas y sectores productivos como el bananero, café y el palmero, con el objetivo de proteger la biodiversidad, promover y fortalecer la gobernanza en torno al cuidado del agua y promover el bienestar territorial”, asegura Herrera.

Una de esas estrategias ha sido la Plataforma de Custodia del Agua, donde se articulan acciones para restauración ecológica, seguridad hídrica y resiliencia climática. En la cuenca media, WWF ha logrado restaurar 186 hectáreas mediante acuerdos voluntarios de conservación con familias cafeteras, que además fortalecen sus sistemas productivos. En la cuenca baja, se trabaja con el sector bananero para reducir las huellas hídrica y de carbono, con herramientas que muestran cómo las decisiones productivas impactan directamente la salud de la cuenca.

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Además, el programa Herencia Colombia, liderado por Parques Nacionales con apoyo técnico y financiero de diversas organizaciones, representa una apuesta a largo plazo por la sostenibilidad del corredor. “Incluyen la Sierra Nevada de Santa Marta, La Ciénaga y sus conectividades para promover acciones de manejo efectivo, fortalecimiento de la gobernanza, la adaptación al cambio climático y las soluciones basadas en la naturaleza para la protección en el largo plazo del territorio”, explica Herrera.

Y es que las llamadas Soluciones basadas en la Naturaleza y los medios de vida regenerativos ya no son una promesa, sino una realidad en implementación. Iniciativas como La Cuenta del Mar o Manglares para Comunidades y Clima, apoyadas por el Bezos Earth Fund, combinan restauración ecológica, fortalecimiento comunitario y esquemas de financiamiento sostenible.

Cortesía WWF

“Estas iniciativas articulan la restauración ecológica con el fortalecimiento comunitario y mecanismos de financiamiento sostenible, demostrando que es posible cuidar la naturaleza y, al mismo tiempo, mejorar las condiciones de vida de las comunidades locales”, asegura Herrera.

En un país que busca equilibrar desarrollo económico con sostenibilidad, el corredor Sierra Nevada–Ciénaga Grande se convierte en un caso emblemático. Su conservación no es solo un deber ético con la biodiversidad, sino una necesidad vital para la seguridad hídrica, alimentaria y climática del Caribe colombiano y del país entero.

Porque al final del día, como lo deja claro Herrera, “su riqueza ecológica y funcionalidad lo convierten en una pieza clave para la sostenibilidad ambiental y el bienestar de millones de personas en la región”.