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La parca daba vueltas por la Ciudadela. Ya Junior olía a formol. Un buitre se divisaba en el hombro de Julio Comesaña y el Metropolitano se vestía de luto. Estábamos a las puertas de un velorio, el tiempo se extinguía y la vida del ‘Tiburón’ en la Liga II también.

La suerte parecía echada hasta que Carlos Bacca, el legendario goleador rojiblanco, el ídolo, el hombre que se la pasó rompiendo redes en las mejores Ligas del mundo, sacó su casta anotadora y silenció los murmullos y algunos atrevidos insultos con un golazo salvavidas que le dio la victoria al Rojiblanco 1-0 ante Deportivo Cali, ayer en la jornada 15 de la Liga II.

El cronómetro marcaba el tercer minuto de los 5 de adición (90+3), cuando Bacca, a quien le ha costado readaptarse al fútbol colombiano porque venía de un año sin continuidad, evidenció que su calidad goleadora sigue intacta y que hay que tenerle paciencia mientras agarra ritmo y toma su mejor forma física y futbolística.

Carmelo Valencia, que empezó como titular por encima de Bacca, despilfarró una inmejorable opción (una de las dos nítidas que tuvo el equipo en todo el juego) estrellando la pelota contra el pecho del portero Humberto Acevedo. El rebote le quedó a ‘Cariaco’ González y este le filtró un pase-gol a Bacca. El artillero porteño recibió y... ¡pum!

Un balazo que terminó en diana y que castigó la marrullería y quemadera de tiempo del ovacionado Teófilo Gutiérrez y su combo.

El disparo perforó el ángulo superior izquierdo del guardameta. Explosión de alegría en el Roberto Meléndez. La parca se esfumó, el buitre se fue volando, aroma y sabor a gloria, colorido, carnaval.