A Junior le sacaron dos puntos del bolsillo. El ‘Tiburón’ se confió, se conformó con el 1-0, no quiso liquidar el juego —tuvo para hacerlo— y al final Andrés Amaya le pasó factura anotando el tanto con el que el Huila logró igualar las acciones (1-1) en el Guillermo Plazas Alcid.
Fue un empate amargo, sin sabor, estéril, que aumenta las dudas y que sigue dejando al Junior fuera del ‘grupo de los ocho’. Conclusión, se suma pero no se logra el objetivo que se quería, ingresar a los puestos de clasificación.
Junior fue amplio dominador del compromiso, especialmente en el primer tiempo donde siempre tuvo la iniciativa. Desde el arranque los rojiblancos fueron amos y dueños de la pelota, del partido, de las mejores opciones, de todo.
Bien temprano, a los 14’, llegó la recompensa, con un golazo de Víctor Cantillo. Un misil que salió de su pierna derecha y que se incrustó en un ángulo imposible para el arquero Banguera. Era un aviso optimista de que este Junior iba en serio por los tres puntos en Neiva.
Y la respuesta del equipo luego de la ventaja ilusionaba aún más. Los rojiblancos proponían, tocaban a placer, manejaban los ritmos del partido y controlaban, sin problemas, al rival, que solo se limitaba a ver cómo la visita tocaba y tocaba el balón de un lado a otro.
Pero como siempre ha pasado este semestre, Junior se conformó con tan poco y su juego pasó de atractivo a aburrido en cuestión de minutos. Tenía el balón, pero no le daba la mejor utilidad posible. Proponía, pero sin claridad. Avanzaba, pero sin ideas. Se asociaba, pero no generaba opciones claras de gol. Otro disparo de Cantillo y pare de contar. De resto, aproximaciones que no hacían ni ‘cosquilla’.
El arranque de la segunda parte mostró el mismo libreto. El Huila no encontraba el balón, carecía de fuerza, de sangre, de corazón. Estaba grogui a la espera del golpe certero del Junior, pero este nunca llegó.
Y fue esa falta de ambición de los rojiblancos lo que motivó al cuadro opita a despertar, a creerse el cuento de que algo podía rescatar. Que no todo estaba perdido.
El colero —de la Liga y de la tabla del descenso—sacó fuerzas y en un ataque de orgullo comenzó a tutear al rival. Con osadía, pero sin claridad. Con valentía, pero sin la decisión suficiente como para hacer daño.
Pero tanto va el cántaro a la fuente que al final termina rompiéndose. Y en la más clara del juego, Andrés Amaya convierte en gol un gran centro del Duarte, sacando una media volea que deja estático al arquero Sebastián Viera. El uruguayo poco o nada pudo hacer, siendo víctima de una pasiva defensa rojiblanca.
Nuevo empate para el ‘Tiburón’ que sigue sin convencer y que se le sigue resistiendo los puestos de clasificación.