
Conozca el lado más íntimo de quienes aspiran a gobernar Colombia
Cuatro candidatos a la Presidencia comparten con EL HERALDO sus más íntimos secretos de su vida personal. Música, comida y pasatiempos, entre algunos datos. Estos son sus perfiles.
Al entrar en la recta final de las elecciones presidenciales en Colombia, EL HERALDO, luego de presentar los planteamientos programáticos de los ocho candidatos presidenciales, inicia una serie con los perfiles personales y profesionales de los aspirantes a la Presidencia por cada sector político del país.
En esta edición Íngrid Betancourt, Enrique Gómez, Rodolfo Hernández y Luis Pérez Gutiérrez hablan sobre sus gustos musicales, cine y literatura. También relatan anécdotas de su infancias, las cuales repercuten en algunas de las ideas que defienden en su actividad política.
Enrique Gómez recordó las enseñanzas que heredó de su abuelo Laureano Gómez y de su tío Álvaro Gómez Hurtado. Además cuenta como siendo hincha de Millonarios ha formado dos hijos hinchas del Santa Fe.
Por su parte la candidata Íngrid Betancourt compartió sus principales pasatiempos de cuando no se encuentra en campaña política. La aspirante reveló sus autores y músicos favoritos.
Luis Pérez, del movimiento Colombia Piensa en Grande, contó como su afición por el ajedrez le ha permitido hacer política de manera diferente.
Rodolfo Hernández habló de su fortuna, gustos musicales y de las principales razones por las que decidió aspirar a la Presidencia de Colombia.
Aunque sabe, como Celia Cruz —que es una de sus salseras favoritas—, que las penas se van cantando, Ingrid Betancourt no puede evitar llorar cuando en medio de la campaña visita lugares del país que padecen injusticias, problemáticas duras y crisis humanitarias. Sin embargo, esta empatía se convierte en ferocidad cuando debe enfrentar un debate con sus colegas presidenciables –como cuando sin dejar de suscitar rechazo en la opinión pública le sacó al sol a Gustavo Petro un asunto tan personal como una supuesta depresión– o cuando debe tomar la decisión de acompañar o criticar a sectores o personas dentro de su propio partido o coalición –como pasó en los noventa con los liberales por el ‘elefante’ del expresidente Ernesto Samper o con el exministro Alejandro Gaviria en la Centro Esperanza por sus acercamientos con maquinarias políticas, lo que para algunos dinamitó las posibilidades del centro político en el país–.
Nació el 25 de diciembre de 1961 en Bogotá. Tiene dos hijos, Mélanie y Lorenzo; y tres nietos: Gabriel, Nicolás y Eliana. Estudió en el Instituto de Ciencias Políticas de París y cursó una maestría en comercio exterior y relaciones internacionales. Su madre, Yolanda Pulecio, fue congresista, y su padre, Gabriel Betancourt, ministro de Educación, fundador del Icetex y embajador ante la Unesco en París. En 1981 se casó con Fabrice Delloye, diplomático francés, padre de sus hijos y con quien recorrió varios lugares del mundo y obtuvo la nacionalidad francesa. Se divorció en 1990 y al regresar a vivir a Bogotá se casó con el publicista Juan Carlos Lecompte. En el Ministerio de Hacienda fue asesora de Rudolf Hommes –ministro de su ahora criticado César Gaviria, director del liberalismo– y en el Ministerio de Comercio fue asesora de Juan Manuel Santos.
Fue representante y allí rompió con el liberalismo tras el proceso 8.000, fundó el Partido Verde Oxígeno, con el que fue elegida senadora con el mayor número de votos (más de 150 mil). Se lanza a la Presidencia y el 23 de febrero de 2002, al dirigirse a la zona de negociaciones entre el gobierno de Andrés Pastrana y la guerrilla de las Farc en El Caguán, fue secuestrada. Hasta el 2 de julio de 2008, día de la Operación Jaque que la rescató –el líder del dispositivo fue el coronel (r) José Luis Esparza, hoy su fórmula vicepresidencial–, estuvo secuestrada. Fruto de la movilización internacional ha sido nombrada ciudadana de honor de más de un millar de ciudades en más de veinte países, recibió la Legión de Honor francesa en grado de caballero y el Women’s World Award en 2008.
Sus hijos y sus tres nietos están en Europa, y aunque habla con ellos a diario, conjura la soledad con su perra, Flor, en los semanales paseos a las montañas que rodean la Quebrada Las Delicias, en los cerros de Bogotá, hasta donde camina, siempre, con los zapatos tenis Croydon que ha usado desde niña y hasta los 60 años que ahora tiene. Su película favorita es ‘Amadeus’, de Milos Forman, sobre la vida de Mozart, y de Colombia ‘El olvido que seremos’, del español Fernando Trueba, que llevó al cine el libro de Héctor Abad Faciolince sobre su inmolado padre Héctor Abad Gómez. Sus colaboradores cercanos la describen como “amorosa y perfeccionista” y, así mismo, “terca: cuando se le mete algo en la cabeza, debe hacerlo y alcanzarlo”, como en este caso se le metió entre ceja y ceja la Presidencia de Colombia, regresando, libre, terca y feroz, a la historia truncada en El Caguán.

Desde su adolescencia Enrique Gómez se acostumbró a despertar temprano para estudiar y organizar su día. Dice que usualmente se levanta de la cama a las 3:30 a. m., hecho que desde muy niño escuchó que hacía su abuelo Laureano Gómez.
“Yo no alcancé a conocer a mi abuelo”, recuerda. “Pero de lo que siempre se contaba en la casa es que él era muy estoico en sus hábitos personales. Se acostaba temprano y se levantaba temprano todos los días —como lo hago yo— a las tres de la mañana bajo la idea de que cuando arrancaba el día ya estaba pensado y ya estaba escrito”.
Dentro de sus principales pasiones se encuentra el deporte. Es aficionado orgulloso del equipo capitalino Millonarios F.C, hecho que le ha traído muchas alegrías, pero también momentos tristes. “Soy hincha de Millonarios y mis hijos son hinchas de Santa Fé, Afortunadamente son conservadores por convicción”.
Gómez explica que en su rol de padre no cree en imponer ideas o pensamientos. “Se educa con el ejemplo, con las convicciones y con la dialéctica, con las discusiones”. Gómez se formó en el interior de una familia tradicionalmente conservadora, pues es nieto del fallecido líder Laureano Gómez y sobrino del asesinado Álvaro Gómez Hurtado. Aunque podría pensarse lo contrario, es un bogotano amante a la salsa, merengue y desde su infancia sigue la música de The Rolling Stone.
Comenta que es un buen bailarín, le gusta mucho más “bailar apretadito” y entre risas propone un debate de baile entre los candidatos presidenciales. Su profesora de música fue su hermana, quien aprovechaba las fiestas familiares para enseñar a bailar a la familia. “La experta y profesora es mi hermana, nosotros crecimos a la sombra de Fruko, que era el esplendor de sus éxitos musicales. Recuerdo que salían los discos y todos a bailar en un ambiente muy familiar”. De los problemas de su niñez, Gómez contó que desde los diez empezó a fumar.
“En mi casa había mucha actividad social, y como en la década de los setenta el cigarrillo era muy común, en los salones siempre habían cigarrillos junto a los ceniceros (...) llegué al punto de fumarme tres cajetillas diarias”. Agrega que este vicio era siempre motivo de regaño por parte de su tío Álvaro Gómez.
“Siempre en las conversaciones se dedicaba por más de diez minutos a darme razones para dejar de fumar (...) de las cosas que recuerdo que me decía era que para dejar de fumar no se necesitaba voluntad, sino inteligencia”.
Enrique Gómez Martínez es hijo del periodista, economista y político colombiano Enrique Gómez Hurtado, y de su esposa María Ángela Martínez. Es hermano del también político Miguel Gómez Martínez.
Gómez es abogado, graduado de la Universidad Sergio Arboleda y, aunque tiene experiencia como litigante, también se ha desempeñado como director de medios de comunicación y docente. Además, ha sido miembro de la junta directiva de diferentes marcas y comercios.
Comenta que dentro de sus aficiones está cocinar, uno de los platos que mejor prepara son los garbanzos a la española. También disfruta la carne de cerdo. Es amante al tequila.
Como anécdota siempre cuenta que sus padres esperaban una mujer, a la cual la bautizarían con el nombre Enriqueta.
Es católico practicante, señala que ha desarrollado una vocación de servicio a partir de las enseñanzas de la Biblia. Le gusta rezar y compartir ‘la Palabra’.
Le gusta leer sobre la historia de Francia.

Rodolfo Hernández asegura que su fortuna a los 77 años asciende a los 100 millones de dólares, pero también que no la amasó de la noche a la mañana, sino que salió de un hogar campesino en Piedecuesta, Santander, y poco a poco llegó a ser uno de los empresarios y políticos más importantes y llamativos de Colombia.
De su padre Luis Jesús Hernández Rojas, trabajador de la tierra desde sus primeros años de vida y quien estuvo secuestrado por las Farc durante más de tres meses, heredó, asegura, “el sentido común que la razón sabiamente usa para resolver los problemas cuando su naturalidad es agredida por ajenos a ella, un sentido común que procede más de la sabiduría de la tierra, que de la formación universitaria”.
Y de su madre, Cecilia Suárez de Hernández, adquirió la capacidad para resolver los problemas a la mayor brevedad: “Ella nunca había oído hablar de Confucio, pero con su tierna sabiduría campesina, me animaba y me aconsejaba con palabras diferentes, pero ideas similares a las del gran pensador que dijo: ‘cuatro cosas es necesario extinguir en su inicio, las deudas, el fuego, los enemigos y la enfermedad”.
Tiene tres hermanos, fue campeón de pesas en el colegio y tuvo fama de ‘tomatrago’ en su juventud. Está casado con Socorro Oliveros y es padre de cuatro hijos, pero una de ellas, Juliana, en 2004 fue secuestrada por el ELN y hoy se encuentra desaparecida: Hernández dijo que no pagaría por su rescate para evitar que le secuestraran a otro miembro de la familia. Sus hijos son Mauricio, Luis Carlos y Rodolfo José, y sus nietos Rodolfo José y Ana Sofía, a quienes les regala lotes, rentas y acciones, “para que tengan su independencia económica”.
Estudió en el colegio primero en Piedecuesta y luego en Bucaramanga. Se graduó como ingeniero civil en la Universidad Nacional, donde tuvo como profesores a Ramón de Zubiría, Abelardo Forero Benavides, Gloria Zea, Marta Traba, Antonio Páez Restrepo y Enrique Kerpel. Al año de graduado fundó con varios socios la empresa constructora H.G (Hernández Gómez y Cía. Ltda.), dedicada a adelantar obras en Piedecuesta, Floridablanca y Bucaramanga. Luego compra con su familia la totalidad de la empresa y se especializa en la construcción de vivienda de interés social en Bucaramanga, Floridablanca, Piedecuesta, Socorro, Barbosa, Girón, Barranquilla y Bogotá. Afirma que nunca ha contratado con el Estado y que creó el método de financiación PLAN 100, “que termina convirtiéndose en un hito de la construcción de vivienda en Bucaramanga y en todo el país”.
En 2016 fue elegido alcalde de Bucaramanga con 77 mil votos, agitando la bandera anticorrupción. Su principal cualidad, comentan los que lo conocen, es que es auténtico, y su defecto es que es “demasiado cumplido: en todos lados toca siempre esperar de lo temprano que llegamos”. Su comida favorita es la milanesa napolitana, escucha a Andrea Bocelli y Pavarotti, prefiere las películas de espías y lee de todo. Su familia afirma que ya cumplió como hijo, papá, esposo, abuelo y jefe, y que ahora debe cumplir como presidente. Y aunque por ahora va de tercero según las encuestas, lo cierto es que es la gran sorpresa en estas elecciones y tiene aparentemente mayor intención de voto que varios presidenciables y políticos de experiencia, precisamente, por su imagen proyectada de antipolítico.

De su afición por el ajedrez, dice, cultivó la calma, táctica y la estrategia. “Cuando yo estudié en el colegio y la universidad mientras mis compañeros estaban bebiendo y parrandeando yo me dedicaba a jugar ajedrez”, de ahí que el actual candidato haya sido galardonado como Peón de Oro de la liga de Ajedrez de Antioquia. Su pasión por la literatura la combina con este deporte, el cual, señala, le ha traído muchas satisfacciones.
“Hay una frase de Jorge Luis Borges que resume la riqueza que he encontrado en el ajedrez: ‘Todos jugamos ajedrez en un tablero de negras noches y blancos días y con fichas reales’, creo que este deporte se debe incluir en una materia durante algún periodo de la vida”.
Gutiérrez confesó que cuando no está en campaña pública le gusta dedicarse a escribir y leer, pero sobre todo apreciar las obras de arte que colecciona.
“Soy un enamorado de la cultura y cuando me sobran unos pesos compro obras de arte importantes”.
Dice que en general ha vivo sin excesos y alejado de las drogas.
“La gente cree que por mis propuestas yo soy marihuanero o soy consumidor de cannabis, yo soy una persona muy disciplinada. No he consumido marihuana. Me gusta trasnochar leyendo, hablado o escribiendo. Me gusta saborear los licores, no me gusta emborracharme”.
De los recuerdos que siempre lo acompañan está su paso por el sector educativo como rector de la Universidad de Antioquia y posteriormente fue el secretario de Educación en la alcaldía de Sergio Naranjo. En 1993 fue nombrado director del Icfes por el presidente César Gaviria.

Confiesa que una de los habitos que mantiene para estar saludable es controlar la alimentación.
“No me gustan las carnes rojas, no las como, me gustan mucho las ensaladas. Trato de tener una alimentación balanceada”.
Sus gustos musicales son variados, insiste en que él es de los que se sienta a disfrutar las letras e historias de las canciones. Sin embargo el artista que más disfruta es Frank Sinatra.
“De Sinatra me atrae la voz y las enseñanzas en sus canciones, de estilo de vida libres que no están sometidas a lo material”.
Además, como todo antioqueño, comenta que disfruta las canciones de Vicente Fernández, en especial la canción ‘Mujeres Divinas’.
Cabe resaltar que Luis Pérez no es casado: “No he contado con la suerte de casarme, pero sí he sostenido noviazgos y relaciones largas en toda mi vida”.
Pérez Gutiérrez ha publicado cerca de doce libros y publicaciones de temas tan diversos como la educación, la competitividad y la ingeniería entre los que se destacan: Universidad transformación o decadencia.
Compro la guerra: política pública de seguridad y de reincorporación a la civilidad.
Se considera una persona tranquila, pero alegre.
“Yo no soy codicioso, soy exitoso. No soy de los que siempre buscan tener más así no puedan vivir. Trato de tener felicidad interior”.
Ha tenido múltiples reconocimientos entre los que se destacan: Miembro Honorario y Símbolo de Integración de los Pueblos por la Federación Latinoamericana de Ciudades y Municipios; Orden Guayasamin por parte del director General de la Unesco por ser Creador del Banco de los Pobres en América, Orden de la Democracia Gran Cruz Oficial por el congreso de Colombia y Visitante Distinguido del Condado Miami Dade.