Julio Avelino Comesaña es un barranquillero que nació en Montevideo, Uruguay. Camina, habla y piensa como si hubiera crecido en Cevillar, en el barrio Abajo o en el mismísimo Prado. A Comesaña lo quiere toda Barranquilla y ahora que el Junior está peleando el título contra el Pasto lo quieren mucho más. Pero a Comesaña también lo odia Barranquilla cuando el Junior va de último en la tabla, pierde la Copa Suramericana o lo eliminan de La Libertadores. Si el Junior es la 'querida' de los barranquilleros, como dijo el inolvidable Álvaro Cepeda Samudio, Comesaña es el amor eterno de Barranquilla. Eterno en serio: él es como esos novios que se van o los echan, pero vuelven, una y otra y otra y otra vez. Comesaña se ha ido ocho veces de la dirección técnica del Junior -¡ocho veces!- y ha vuelto nueve. Bajo su conducción el equipo ha sido campeón dos veces: en 1993 y en 2018. Dudo que algún equipo en el mundo haya contratado a un mismo técnico para que lo dirija en nueve oportunidades. Por cuenta de sus idas y vueltas, Comesaña y Junior hacen parte del Récord Guinnes.
Pero vale la pena hacer una pausa para analizar este último regreso -o mejor: el más reciente- de Comesaña al Junior. Se fue como triunfador, después de alcanzar la octava estrella para el equipo, y regresó luego de fracasar con Colón de Santa Fe, Argentina. Partió en Diciembre de 2018 y regresó en mayo de este año. A la Argentina se fue por la puerta grande y a Barranquilla regresó por la ventana.
El Junior que encontró Comesaña fue un equipo desmotivado y carente de eso que los amantes del fútbol llaman 'fuego sagrado'. Es decir, deseos de ganar siempre, de dejarlo todo en la cancha hasta la última gota de sudor, de pelear todos los balones, de correr y nunca cansarse. Deseos de -exagero, obviamente- hacerse matar si es necesario por esa camiseta rojiblanca. Comesaña encontró un equipo de jugadores aburguesados, tanto los consagrados, como Teo Gutiérrez y Sebastián Viera, como los más jóvenes, como Lucho Díaz, Víctor Cantillo y Gabriel Fuentes. Aquellos aburguesados, porque han ganado todo y estos aburguesados, porque no han ganado nada.
El equipo que Comesaña recibió de Luis Fernando Suárez estaba cuarto en la tabla de posiciones, eliminado de la Libertadores y con muy poca motivación para defender el título que había obtenido el año pasado. Era cuarto pero parecía último. La afición -tan exigente como injusta- le cobró a los jugadores su desidia y no volvió al Metropolitano Roberto Meléndez. En las tribunas estaban los mismos de siempre, insultando a los mismos de siempre. Ese fue el panorama que encontró Comesaña cuando pisó una vez más el suelo de curramba.
Y para sorpresa de la larga lista de incrédulos y desencantados -inclúyanme, por favor- lo primero que dijo Comesaña, cuando los periodistas le preguntaron por el equipo que recibía, fue: 'Este equipo será finalista'.