Los doce hermanos de José Villa, el barranquillero que laboraba como mesero en el Costa Concordia, crucero que naufragó con más de 4 mil personas a bordo frente a la isla italiana de Giglio, manifestaron ayer su desconcierto al no saber cuando se producirá su regreso.
Aunque María Isabel Mendoza, su esposa, aseguró desde Bogotá que su marido no sufrió ninguna herida de consideración, todos sus familiares viven en la zozobra del regreso de su hermano, pues no puede volver a su ciudad natal ya que toda su documentación, dinero y ahorros se fueron al fondo del mar.
Su mujer cuenta con orgullo que su marido fue uno de los diez colombianos que ayudó a salvar a casi 500 pasajeros del Concordia. “José me narraba cómo de un momento a otro todos los platos de comida, las sillas, mesas, lámparas y las personas en uno de los restaurantes del cuarto nivel del barco comenzaban a caer”.
Sostuvo que José sufrió maltratos leves en su cuerpo debido al accidente, pero está bien.
José nunca les dio muestras a sus hermanos e hijos de tenerle miedo al mar y a los viajes. “Él es una persona muy segura, le encanta su trabajo y ha recorrido más de 150 países. Nunca pensó que esto le iba a suceder”, aseguró su cónyuge.
“Él me contó que minutos después de haber zozobrado el Concordia, únicamente pensaba en su familia y en lograr salir con vida para volverlos a ver”, relató María Isabel.
Ulises Villa, uno de los hermanos que vive en Bogotá, afirma que José le decía constantemente que se sentía más seguro en mar que en tierra y que en ningún viaje alrededor del mundo ha sentido miedo o pánico.
Asegura que todavía la cancillería y la empresa que administra el crucero no le han informado cuándo será el regreso de su hermano. “Su esposa dijo que aún no se sabe en qué lugar de Italia se encuentra, y solo se comunica con ella por un número al que no tiene acceso”.
El sábado en la mañana Jorge Villa, otro de sus hermanos en Barranquilla, entró en pánico y angustia al ver las imágenes de la embarcación hundida hasta la mitad. “Yo comencé a llorar. Pensé que mi hermano estaba muerto. Todo fue un caos en nuestra familia porque no sabíamos qué había pasado con José”, sostuvo Jorge.
En una de las últimas llamadas de José a su esposa, cuenta que a pesar de la desesperación que se vivía en el crucero la tripulación siempre mantuvo la calma, pues en los 20 años que lleva el barranquillero en el Concordia, ellos han recibido entrenamientos en primeros auxilios y pruebas de supervivencia.
José tiene 51 años y vive con su mujer y sus dos hijos en Bogotá. Cada nueve meses viene a Colombia para visitar a su familia y no duda llegar a su ciudad natal para estar al lado de sus hermanos. Jorge Villa destacó que él estuvo por última vez en la ciudad en abril del 2011 y se reunió con los cinco hermanos. Ellos sostienen que es una persona muy tranquila, paciente, colaboradora y unida a ellos. Aunque viaje por nueve meses alrededor del mundo, nunca deja de llamar a su familia.
Los otros cinco hermanos que tiene en Venezuela también han estado pendientes de su situación en Italia, pues han llamado constantemente a su esposa en Bogotá.
El futuro laboral de toda la tripulación colombiana del Concordia aún es incierto. La familia de José en la capital del país aún no sabe si continuará trabajando en el Crucero o se alejará de esta labor. Su esposa no está segura si seguir viajando por los mares sea lo mejor para el futuro de su marido. “Tengo miedo de que él vuelva a trabajar en un crucero”, manifestó María Isabel.
Fue un error humano.
El número de fallecidos en el naufragio del crucero ‘Costa Concordia’, ocurrido el pasado viernes en aguas de la isla italiana de Giglio, aumentó ayer a seis, a la vez que la compañía propietaria de la nave, Costa Cruceros, reconoció que hubo un “error humano” cometido por el capitán.
En una rueda de prensa en Génova, donde tiene su sede la naviera, el presidente de Costa Cruceros, Pier Luigi Foschi, manifestó que no pueden negar “que se trató de un error humano”. Subrayó que la maniobra realizada por el comandante del barco, Francesco Schettino, que se acercó hasta unos 150 metros de la costa “no había sido aprobada, ni autorizada por Costa Cruceros”.
Por Armando Ruiz y Daniel Cueto
