
Con su cuchillo en las manos, igual de asesino a él, con dos pistolas al cinto y sin un solo orificio de bala en su inhumana humanidad, Cuchillo fue hallado sin vida en una especie de caño de unos cuatro metros de profundidad, en el que es posible que haya caído tras el bombardeo, según informaron ayer el presidente Juan Manuel Santos y el director de la Policía, general Óscar Naranjo.
“El asesino de asesinos”, como lo llamó el primer mandatario, cayó en zona rural de Mapiripán, Meta, en medio de un operativo policial desarrollado durante la madrugada del sábado 25 de diciembre, quizá como un regalo de Navidad para los familiares de las tres mil víctimas mortales que se le atribuyen en todo el país.
La cabeza de Pedro Oliveiro Guerrero Castillo, una cabeza en las que no daba muchas vueltas el impulso de degollar a quién sabe cuántos y cuántas, tenía un precio de 5 mil millones de pesos, que según las autoridades serían pagados a informantes, entre los que se encuentra una mujer, que dieron pistas sobre su presencia en la zona donde fue desarrollada la exitosa operación ‘Diamante’.
Sobre el cabecilla de la banda criminal denominada como Ejército Popular Anticomunista Colombiano, Erpac, el jefe de Estado señaló que “se había vuelto una especie de leyenda, que era inalcanzable, que nadie lo podía coger. Pues bien, aquí se demostró una vez más que no hay nadie que se escape de la contundencia y la destreza de nuestras Fuerzas Armadas, en este caso de nuestra Policía”.
Santos advirtió, además, que “vamos con igual contundencia tras las bandas criminales como de la guerrilla”.
La operación
En la madrugada del 25, Cuchillo, de 40 años, celebraba la Navidad con sus secuaces en su escondite de la finca La Chamuscada. Mientras tanto, desembarcaban de los helicópteros los comandos Jungla y Copes de la Policía en las sabanas del Siare.
El sonido de las aeronaves sacaron de su Nochebuena a los narcoparamilitares y de inmediato, se produjo un intercambio de ráfagas de fusiles y ametralladoras, del que salieron bien libradas las tropas en tierra y aire, dándose como resultado el abatimiento del criminal Aranjara Amaya y la captura de siete más, incluido Harold Rojas Piñeros, alias El Loco Harold, segundo cabecilla del Erpac.
No obstante, dos de los uniformados, “héroes de la patria”, como los declaró Santos, murieron: los subintendentes Edwin Numpaque García y Javier Londoño Castro.
Al cesar los disparos, Guerrero no aparecía, a pesar de las actividades de rastreo y barrido. Así pasaron dos días.
Setenta y dos horas después de la operación, se avistó un cuerpo en avanzado estado de descomposición, flotando en un caño cercano, cuyas aguas, sin embargo, no pudieron limpiar de él las manchas de impiedad, avaricia y muerte que llevaba hasta en el apodo.
‘Para’, ‘narco’, asesino y secuestrador
Pedro Guerrero, alias ‘Cuchillo’, fue todo lo malo que se puede ser en Colombia: verdugo de unas tres mil personas, paramilitar, narcotraficante, secuestrador, artífice de desplazamientos y desapariciones forzadas, traficante de armas y ladrón, entre otras cosas.
Este hombre, nacido el 28 de febrero de 1970 en el Meta, además, estuvo últimamente de aliado de las Farc, sus otrora enemigas, para tráfico de cocaína.
Trabajó con Rodríguez Gacha, perteneció al Bloque Centauros de las AUC, escapó de la desmovilización en 2006 y creó la banda criminal Erpac.
Por: Tomás Betín del Río
Bogotá