
Sudáfrica: las cinco claves para entender el estallido de violencia
Una razón es el encarcelamiento de un expresidente. Reportan 117 fallecidos por actos violentos.
La oleada de violentos disturbios y saqueos masivos que asoló Sudáfrica durante las últimas jornadas figura ya, tras 117 fallecidos y más de 2.000 arrestos, como el estallido de violencia más grave ocurrido en el país austral desde la conquista de la democracia en 1994.
¿Cómo llegó la denominada “nación arcoíris” y país más desarrollado de África a esta situación? Cinco claves de contexto ayudan a entender la crisis desatada el pasado 9 de julio:
La primera es el encarcelamiento del expresidente Jacob Zuma: adorado por muchos por su imagen de presidente del pueblo y odiado quizás todavía más por sus grandes escándalos de corrupción, la entrada en prisión del penúltimo jefe de Estado sudafricano fue el detonante de las primeras protestas, que luego degenerarían en oleada masiva de criminalidad.
La segunda, son los graves problemas socioeconómicos preexistentes: transcurridos más de 27 años desde el fin oficial del sistema de segregación racista del “apartheid”, Sudáfrica lidia aún con las heridas heredadas de aquella época, que afectan de manera mucho más profunda a la población negra.
Según datos del Banco Mundial, se mantiene como el país más desigual del mundo, el desempleo permanece enquistado en torno al 30 % desde hace años.
La tercera es el malestar por la pandemia de la covid-19 que se cebó de manera agresiva con Sudáfrica. No solo es el país con más casos y muertos de África, sino que a mediados de 2020 estuvo entre las 5 naciones del mundo más golpeadas por la covid. Actualmente se impusieron nuevas restricciones duras, ya que la vacunación, como en el resto del continente africano, avanza aún muy lenta.
La cuarta es que Sudáfrica es un país con graves problemas de criminalidad general, especialmente en las grandes ciudades. Entre 2019 y 2020, venía registrando una media de 58 asesinatos al día. Además de ese factor, la transformación de protestas y estallidos de violencia puntuales en oleadas de saqueos es un fenómeno relativamente frecuente. El último gran precedente fueron los disturbios xenófobos que se vivieron en septiembre 2019 y que dejaron al menos 12 muertos.
La quinta, son los posibles fallos de inteligencia: la gran pregunta ahora, en una Sudáfrica dedicada ya a apagar los últimos conatos de violencia y a limpiar las huellas de la devastación, es dirimir la responsabilidad del caos de los últimos días. El Gobierno insiste en que ha sido un “sabotaje económico” y apunta a que la violencia fue orquestada e instigada para desestabilizar el país.