El Heraldo
La extrema pobreza de muchas mujeres migrantes las hace más vulnerables al contagio por coronavirus. Mery Granados
Mujer e Igualdad

El coronavirus, otra amenaza que acecha a la mujer migrante

Además de la explotación laboral y la crisis de cuidados, en territorios fronterizos las mujeres tienen un mayor riesgo de sufrir violencias.

Cada año miles de personas se desplazan de sus países de origen, dejan atrás sus raíces y sus pertenencias para buscar “una mejor vida”.

La ONU señala en un informe de 2019 que el número de migrantes internacionales a nivel global ascendió a 272 millones, lo que indica un incremento de 51 millones de personas desde el año 2010. La entidad específica que, pese a que el número de migrantes en el mundo representa un porcentaje relativamente bajo con respecto a la población total, este se ha incrementado del 2,8% en el 2000 al 3,5% en 2019. Esto significa que en los últimos años la cifra ha aumentado con más rapidez que la población mundial.

Esta situación, analizada por la ONU en el estudio sobre la población migrante del Departamento de Asuntos Económicos y sociales de las Naciones Unidas (DESA) plantea, además, que las mujeres representan el 48% de las migraciones.

Diversos estudios realizados en poblaciones migrantes evidencian el “alto grado de vulnerabilidad” de mujeres, niñas y adolescentes al atravesar las fronteras en el tránsito por una mejor calidad de vida.

A esas posibles violencias a las que están expuestas las mujeres que se movilizan entre fronteras, por no tener una adecuada protección estatal, se suman otras problemáticas como la sobrecarga laboral, de cuidados, y la precariedad económica. Ahora, por el coronavirus, estas dificultades  se han afianzado debido a las políticas de control de fronteras para mitigar los efectos del virus.

El pasado miércoles, la Red Iberoamericana de Ciencias Sociales con Enfoque de Género (Red Hila), desarrolló el evento académico ‘Género, fronteras y covid 19 en tiempos de crisis y esperanzas’ que hace parte de la IV jornada investigativa de la red, organizada por la Universidad Simón Bolívar. En ese espacio, investigadoras con experiencias en estudios de fronteras abordaron, desde un enfoque de género, las diferentes dificultades sociales “que se agudizan” en los límites fronterizos.

“Sabemos que los territorios de frontera tanto de América Latina, como del resto del mundo tienen una particularidad en lo que refiere a la experiencia femenina, porque en ellos las desigualdades sociales están magnificadas”, manifiesta Menara Guizardi, doctora en Antropología Social con líneas de investigación en cuidados transnacionales.

Explica que estos índices de desigualdades están relacionados con la precarización de las mujeres, que particularmente, en territorios de frontera de América Latina viven niveles muy elevados de violencia de género “que pueden llegar a duplicar o triplicar las medias nacionales de cada país”. A esto se suma la precariedad laboral femenina que es superior a la media de los países.

“El problema de estos territorios tiene que ver con esa interseccionalidad de factores que vulneran a las mujeres. Eso dificulta la experiencia femenina del territorio y las expone a un alto riesgo cada vez que deben movilizarse cruzando fronteras para resolver sus necesidades económicas y del cuidado de sus familias. A la violencia y explotación laboral se suma que estos sitios están atravesados por organizaciones criminales transnacionales como redes de trata, contrabando y narcotráfico”.

El estudio ‘Mujeres, violencia y Fronteras’ desarrollado por investigadores de ONU Mujeres, destaca que: “La cosificación de las mujeres en movilidad humana a través de la violencia sexual no es sino la negación máxima de su condición de individuos, de sujetos de derechos, porque implica la apropiación del cuerpo y de la sexualidad de la mujer por parte del agresor, para someterla a su voluntad”.

La investigación detalla que para estas mujeres estas agresiones pueden tener consecuencias psicológicas como la ruptura de vínculos familiares, lazos sociales y condiciones culturales.

Marcia María De Oliveira, doctora en Sociedad y Cultura en la Amazonía con líneas de investigación en Estudios de Migración Amazónica y Estudio Interdisciplinario sobre Fronteras, explica que el tema de la feminización de las migraciones en la Amazonía es clave para una mayor comprensión de las dinámicas migratorias en esta región de la triple frontera Brasil, Venezuela, Guyana, caracterizada por las migraciones sur-sur.

“El caso de Venezuela no puede ser comprendido fuera del tema del embargo económico de EE.UU. y sus políticas de desmantelamiento y dominación de los países latinoamericanos. Las migraciones intrarregionales sur-sur se explican por múltiples factores pero, en general, son una alternativa al cierre de fronteras en los países del norte con políticas migratorias cada vez más restrictivas y cerradas a las poblaciones más pobres y descalificadas”.

Para De Oliveira, esta tendencia puede obedecer también al hecho de que los gastos de viaje son más bajos y las distancias más cortas. Explica que “la migración sin precedentes de Venezuela” es el “desplazamiento de personas vulnerables más numeroso y rápido del mundo después de la crisis siria”.

Según la agencia de Naciones Unidas para los refugiados (ACNUR), desde 2016 y hasta noviembre de 2019 abandonaron Venezuela unos 4,6 millones de personas, y el 80% de ellos está en otros países latinoamericanos, siendo los principales receptores Colombia, Ecuador, Perú, Chile y Brasil.

Agravante

De Oliveira, explica que la mitad de estos migrantes que cruzan las fronteras de Venezuela son mujeres, muchas de ellas con sus niños.

En las fronteras de la Amazonia, explica, hay alrededor de 40 mil inmigrantes viviendo en las calles. La gran mayoría mujeres y niños sin lo necesario para protegerse de la contaminación, sin acceso a agua y jabón para lavarse las manos.

Con la pandemia, muchos migrantes intentan regresar a Venezuela porque la situación se agravó en los destinos migratorios.

“Al intentar regresar muchos quedaron atrapados por las mafias de la trata y tráfico, especialmente de mujeres y niños. Las trochas entre Brasil y Venezuela están dominadas por paramilitares que exigen dinero para pasar comida o personas. Las mujeres son obligadas a pagar con servicios sexuales”.

A las migraciones venezolanas, explica De Oliveira, se suman otros desplazamientos internos en toda la región de la Panamazonia.

“Son personas expulsadas del campo hacia las ciudades que concentran un 83% de la población de esta región. Los desplazamientos internos están vinculados a los grandes negocios económicos legitimados por los gobiernos neoliberales que apoyan la explotación de los recursos naturales de la Amazonía y expulsan a miles de personas; gran parte de los desplazados son pueblos indígenas. Ejemplo de esto es el caso del pueblo warao desplazado en la zona del Delta Orinoco y una de las características es la presencia efectiva de mujeres”.

Feminización

De Oliveira, explica que la feminización de este fenómeno “es un hecho de nivel planetario” con algunas “características propias de esta actual coyuntura de la movilidad humana”.

“El protagonismo de las mujeres en los itinerarios migratorios ha hecho crecer el cuantitativo de ellas en las trampas del tráfico y la trata de personas. En la actualidad, según informes de la Organización Internacional del Trabajo, un 55% de las víctimas de la trata de personas en el mundo son mujeres, objetos de la explotación sexual”.

Para la investigadora, la migración en la Amazonía muestra que las redes de trata y prostitución son el resultado de las consecuencias negativas del asentamiento de minerías, madereras y otras empresas extractivas en la región”, dando lugar a que las mujeres se les violen sus derechos humanos.

“En este contexto de la pandemia, las agencias especializadas en la explotación de los migrantes no están en confinamiento. Al contrario, están en gran proceso de ganancias porque hay menos investigaciones de la Policía encargada de la seguridad. Las fronteras están cerradas a la migración, pero no a la circulación de mercancías y a la actuación de las mafias”.

Estudio | Venezolanas migrantes

Como lo revela un estudio de la organización ecuatoriana CARE, las mujeres migrantes venezolanas son víctimas de acoso sexual y de discriminación en el ámbito laboral, ya sea por los estereotipos que pesan sobre ellas, como por su condición de refugiadas o solicitantes. La mayor vulneración de derechos  se da en las calles y espacios públicos, donde hay acoso sexual, insultos y manifestaciones de violencia simbólica. La hipersexualización de la imagen femenina venezolana condiciona a las mujeres, en muchos casos, a emplearse en sectores relacionados con el trabajo sexual o en los que se exacerban sus atributos físicos, por sobre sus capacidades.

Facebook
Twitter
Messenger
Whatsapp
Convierta a El Heraldo en su fuente de noticias
DETECTAMOS QUE TIENES UN BLOQUEADOR DE ANUNCIOS ACTIVADO
La publicidad nos ayuda a generar un contenido de alta calidad
No quiero apoyar el contenido de calidad
X
COMO REPORTAR A WASAPEA
1. Agrega a tu celular el número de Wasapea a EL HERALDO: +57 310 438 3838
2. Envía tus reportes, denuncias y opiniones a través de textos, fotografías y videos. Recuerda grabar y fotografiar los hechos horizontalmente.
3. EL HERALDO se encargará de hacer seguimiento a la información para luego publicarla en nuestros sitio web.
4. Recuerda que puedes enviarnos un video selfie relatándonos la situación.