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Justiniano Gámez Palencia jugaba fútbol en el barrio Villa Katanga, en el municipio Soledad, a las 5 de la tarde del miércoles, aún cuando debería estar en su casa cumpliendo detención domiciliaria por un proceso por el delito de hurto. A sus 24 años, le gustaba ser delantero en la cancha de tierra que queda a ocho cuadras de su casa en el sector Villa Lozano.

Luego de terminar el partido decidió ir con algunos de sus amigos a una tienda a refrescarse y recordar las jugadas. La tienda queda a una calle sin pavimentar de distancia de su vivienda, en la diagonal 51A con carrera 16D; separada por un pasillo angosto que lleva el nombre 'Héctor' en una pared y 'Kevin eterno' en la otra.

Mientras ‘Justi’, como le decían en el barrio, tomaba sentado en un semicírculo de sillas plásticas junto a sus amigos, dos hombres en una moto se acercaron por el callejón, oscurecido por los bombillos quebrados.

El parrillero de la moto vestía solamente una pantaloneta y el casco, por lo que pensaron que era un compañero más que llegaba tarde. El criminal se bajó de la moto y le disparó a Justiniano.

Desplazados

Al oír el primer tiro, Hollman Gómez estaba sentado en la sala de la casa en donde vive junto a su madre, hermanas e hijos. 'Cuando escuché el segundo tuve un mal presentimiento. Salí corriendo a la esquina y vi a mi hermano en el piso'.

Desde la puerta de su casa, Gómez, cuyo primer apellido no es el mismo de ‘Justi’ por un error de tipografía en la cédula, recuerda que intentó llevarlo a un centro médico. Al cargarlo, sin embargo, dio cuenta que ya no podía salvar su vida: murió instantáneamente por el proyectil en el cerebro.

Lo llevó entonces de vuelta a su casa, aquella en la que han vivido desde 2001 cuando fueron desplazados por fuerzas paramilitares, quienes mataron a su abuelo, en El Banco, Magdalena.

'Estuvimos ahí con él por un tiempo hasta que llegó el CTI a hacer el levantamiento', relata Hollman, al tiempo que entra la novia de Justiniano a la casa de su suegra con un paso lento, guiada por su madre, quien le toma de los hombros.

'El único problema que tenía era el de la domiciliaria, de pronto puede venir por ahí', especula su hermano antes de volver a la casa cabizbajo, y con su camisa blanca en el hombro.

En Las Malvinas. Rafael Hurtado Sierra, de 36 años, murió en el hospital San Ignacio luego de recibir cinco balas: dos en el tórax, y una en el abdomen, cuello y antebrazo. Lo balearon en la carrera 8B con calle 87, Las Malvinas, en el suroccidente.

Esta víctima también tenía casa por cárcel por una investigación por homicidio y porte ilegal de armas. Era sospechoso de matar en 2009 a su cuñado, según las pesquisas, por contarle a su esposa que le era infiel. Hurtado estaba dentro de su casa cuando el parrillero de una moto le disparó. Sus familiares no entregaron declaraciones.

En Barrio Abajo

Un año después de que ser víctima de un primer atentado, Esteban Cassiani murió en Barrio Abajo. Dos hombres en una moto lo asesinaron a las 6:30 de la tarde del miércoles, mientras caminaba por la carrera 51 con calle 43. Iba en busca de su esposa e hija al barrio La Manga, en el suroccidente de la ciudad.