A cuatro meses de cumplirse el plazo de entrega del nuevo puente Pumarejo, la noticia de que la estructura apenas se encuentra en 51% de ejecución y que solo estaría lista en marzo de 2019, es decir, con casi un año de retraso, ha tomado por sorpresa a empresarios, autoridades locales y a la misma ciudadanía, que daba por descontado que el proyecto sería terminado a tiempo, al tratarse de una de las obras bandera del actual Gobierno.

Desde el principio, la intención del presidente Santos fue inaugurar el puente antes de finalizar su mandato. Se trata, sin lugar a dudas, de una de las obras más modernas y ambiciosas jamás construidas en el país, por lo que el compromiso con la ciudad y la región siempre fue cumplir lo prometido. Sin embargo, con el paso de los meses las noticias sobre los retrasos en el cronograma de ejecución cada vez fueron más preocupantes, hasta que ayer EL HERALDO reveló en primicia que la entrega es ahora en marzo de 2019.

Lo más preocupante no es la fecha como tal, sino que los tiempos de ejecución siguen sin mejorar. A 31 de diciembre de 2017 la obra presentaba un 23% de retraso, y según el último reporte del Invías, realizado el 11 de enero, el porcentaje aumentó a 26% en las primeras dos semanas de 2018, el más elevado desde el comienzo de los trabajos en agosto de 2015. Así lo dio a conocer la Cámara Colombiana de Infraestructura tras conocer el reporte del Instituto Nacional de Vías.

En el megaproyecto ya se han invertido $280.000 millones de los $615.000 millones que vale el contrato con el consorcio SES, integrado por las firmas Sacyr Construcción Colombia SAS, que tiene el mayor porcentaje de participación del proyecto con 40%; Sacyr Chile S.A., sucursal Colombia, con el 30%, y Esgamo Ingenieros Constructores SAS, que posee el 30%.

La responsabilidad del retraso ha sido atribuida por el Gobierno al contratista, ya que según el Ministerio de Transporte el flujo de dinero ha sido constante.

La compra de predios y los retos técnicos que implica la construcción sobre el río Magdalena son algunos de los argumentos del contratista para el incumplimiento del cronograma, aunque también se han presentado inconvenientes con los trabajadores de la obra y reclamación de salarios atrasados.

En medio de este panorama, la perjudicada, como casi siempre, es la Costa Caribe, que ve cómo una obra que debía estar a punto de culminarse se encuentra apenas a mitad de camino, como suele suceder en la región.