Energía eólica: futuro para Barranquilla
Las condiciones climáticas y los vientos constantes sobre el mar Caribe, que superan valores de 12 metros por segundo, ofrecen unas condiciones atmosféricas inmejorables, como en ninguna otra parte del mundo, por lo que Colombia podría convertirse, en un futuro cercano, en un gran exportador de energía renovable.
Se presentó en Barranquilla la hoja de ruta para la puesta en marcha de la energía eólica costa afuera en Colombia. Una apuesta adicional en el camino de las renovables señalado por el Gobierno nacional en su política de Transición Energética, en la que suman esfuerzos el Distrito y actores internacionales con reconocida experiencia en el sector, para que el país comience a trazar los primeros proyectos que le permitirán desarrollar todo su potencial de generación de energía en el mar, tanto fija como flotante, que se calcula en 50 gigavatios hora a 2030, tres veces más de la capacidad instalada actualmente. Necesario proceso de planificación para definir los términos de cómo se establecerá la industria, armonizándola con la pesca, la navegación y el impacto medioambiental, entre otros aspectos clave que garanticen el equilibrio entre el nuevo modelo energético y el progreso económico.
En este camino Barranquilla va tomando la delantera. Hace dos meses, la administración distrital suscribió un memorando de entendimiento con la firma Copenhagen Infraestructure Partners para la construcción del que será el primer parque eólico marino de Latinoamérica, y en el que se invertirá 1 billón de pesos para generar 350 megavatios. El proyecto de la capital del Atlántico se constituye en la punta de lanza de toda la apuesta por la transición energética del actual Ejecutivo, a nivel nacional. Un espaldarazo adicional al modelo de desarrollo sostenible en el que se ha embarcado la ciudad, donde también se dio el pistoletazo de salida a otra hoja de ruta, la de la producción del hidrógeno verde que arrancó con dos pilotos.
Las condiciones climáticas y los vientos constantes sobre el mar Caribe, que superan valores de 12 metros por segundo, ofrecen unas condiciones atmosféricas inmejorables, como en ninguna otra parte del mundo, por lo que Colombia podría convertirse, en un futuro cercano, en un gran exportador de energía renovable. En este sentido, tras las acciones anunciadas en Barranquilla se viene todo un trabajo de alistamiento para seguir avanzando en el marco regulatorio que impulsará el desarrollo de la energía eólica costa afuera, asignando las áreas marinas con potencial para estos proyectos, estimadas inicialmente en 12 mil kilómetros cuadrados. Acción conjunta a cargo del Ministerio de Minas y Energía y la Dirección General Marítima (Dimar), que debería estar concluida antes del final de este Gobierno, con lo que daría un salto crucial para que el país deje de depender de recursos hídricos, principalmente.
Si todo marcha como está previsto, y no deberían existir razones para detener ni retrasar la implementación de iniciativas de energías renovables, pronto podremos ver turbinas eólicas o aerogeneradores en el mar Caribe, frente a las costas del departamento del Atlántico. Un escenario deseable que demandará que toda nuestra región con gran visión se ponga a tono en materia de infraestructura vial, aérea y portuaria, además de concretar la logística y capacitar el talento humano que se requerirá para atender la billonaria inversión –27 billones de pesos para el 2050– que también jalonará, según cálculos del Ministerio de Minas, 26 mil empleos.
Colombia es un país rico en recursos naturales. Protegerlos es prioritario, como también lo es explorar posibilidades para alcanzar nuestra meta de carbononeutralidad. Conviene, por el futuro sostenible del país que, independientemente del gobierno de turno, la transición energética siga estando presente en las agendas públicas y privadas. El cambio climático no da espera y los compromisos gubernamentales deben estar realmente enfocados en acelerar, sin más dilaciones, los procesos para conducir al país a producir energías limpias. Este gobierno, que termina el 7 de agosto, y es menester reconocerlo, deja una matriz energética más sostenible y diversa, en la que se ha apostado por la masificación de las fuentes no convencionales y buscando el liderazgo del sector en un nuevo modelo de desarrollo económico. Aún quedan retos pendientes, pero, sin duda, Colombia logró pasar de la ambición a la acción climática en un momento crítico.
Es una buena noticia que Barranquilla y el Atlántico se encuentren en primera fila.
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