El Editorial | Frente común por el Guájaro
Autoridades y entidades responsables del manejo del Embalse del Guájaro deben hacer frente común para evitar que la manipulación irregular de sus compuertas amenace la disponibilidad del recurso hídrico que sustenta las actividades productivas de la zona.
La indebida apertura de las compuertas El Porvenir y Villa Rosa, en el Embalse del Guájaro, está a punto de desencadenar un grave problema de desabastecimiento de agua en el sur del Atlántico. Actuar a tiempo es fundamental para evitar que esta crisis anunciada termine estallando en las manos de pescadores, agricultores y ganaderos que derivan su sustento del mayor cuerpo de agua del departamento ubicado en jurisdicción de los municipios de Repelón, Manatí, Luruaco y Sabanalarga, un área de 160 kilómetros cuadrados donde se encuentra, además, el punto de captación del distrito de riego.
En tono enérgico y frentero, la gobernadora Elsa Noguera le cantó la tabla al director de la Corporación Regional Autónoma del Atlántico (CRA), Jesús León Insignares, para que asuma un mayor compromiso y garantice el buen uso de estos equipos violentados, según denuncias de campesinos, por sus propios vecinos. Es la entidad ambiental la que tiene la responsabilidad y las competencias en el manejo de las compuertas, que a pesar de estar vigiladas por la fuerza pública son abiertas –de manera inescrupulosa– por pescadores que, en vez de llegar al embalse para adelantar allí sus faenas, las manipulan para que la corriente de agua les lleve los peces a los caños de los alrededores. Cuando lo hacen, también favorecen la salida de los alevinos recientemente sembrados en el embalse, entonces ¿qué les quedará al final?
Algunos de ellos reconocen que no cuentan con los medios, canoas o trasmallos, para pescar en el embalse. Su situación retrata una realidad de enorme precariedad social y económica conocida por los gobiernos municipales y el departamental. Sin embargo, cualquier comportamiento contrario a la legalidad debe cesar de inmediato, por decisión propia de los responsables o por intervención de las autoridades llamadas a judicializar a quienes cometen estos hechos vandálicos. No se puede tolerar que se sigan causando daños a los equipos, como tampoco que se amenace uno de los pilares de la reactivación económica del Atlántico, la modernización de su campo que contempla el repoblamiento de los cuerpos de agua y la recuperación de los distritos de riego, una de las estrategias para hacer del departamento una potencia agroindustrial con el impulso de inversionistas.
Si el Guájaro se queda sin agua en plena temporada seca se pondrán en riesgo la seguridad alimentaria y la generación de ingresos de los pescadores en su área de influencia, pero adicionalmente los agricultores no tendrán cómo regar sus sembradíos ni los ganaderos contarán con agua suficiente para sus animales. A nadie le conviene que se seque, propiciarlo o permitirlo constituye un despropósito descomunal que tendría un impacto incalculable en materia económica y social para los más de 42 mil habitantes de los municipios contiguos y adicionalmente, daría al traste con el proyecto de convertirlo en el corazón del desarrollo del sur del Atlántico.
Por el contrario, el Embalse del Guájaro debe ser de una vez por todas recuperado integralmente, a nivel ambiental y productivo, un viejo anhelo que estaría cerca de hacerse realidad. Tras un reciente recorrido por el embalse, el ministro de Ambiente, Carlos Correa, y la gobernadora Noguera anunciaron inversiones por $39 mil millones para financiar 10 proyectos de alcantarillado y saneamiento básico que eviten el vertimiento de aguas residuales de municipios vecinos en el cuerpo de agua, paso fundamental para asegurar su preservación y conservación. Además, en el Congreso se tramita un proyecto de ley radicado por el senador liberal Mauricio Gómez que busca su declaratoria como zona de interés ambiental, turística y ecológica, lo que permitirá articular esfuerzos del orden nacional y territorial para protegerla mediante la asignación de recursos clave.
Razones de sobra para dirigir todas las miradas a nuestra más importante reserva hídrica y exigir a quienes están a su cargo que hagan frente común para detener la manipulación irregular de sus compuertas antes de que el precio a pagar sea muy alto.
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