Más de 11 millones de jóvenes entre los 14 y 28 años serán los protagonistas de una jornada electoral histórica para el país. Este domingo, esta población tendrá nuevamente la oportunidad de acudir a las urnas para ejercer su derecho al voto en las elecciones de los Consejos Municipales y Locales de Juventud.
Este espacio –que se encuentra regido por el artículo 45 de la Constitución Política, implementado por la Ley Estatutaria 1622 de 2013 y modificada por la Ley Estatutaria 1885 de 2018– ha permitido consolidar un mecanismo válido de interlocución y concertación ante la administración y las entidades públicas del orden nacional y territorial en los temas relativos a juventud.
Pero, más allá, se trata de un ejercicio de participación ciudadana que se ha venido promoviendo para impulsar el empoderamiento de las nuevas generaciones y que incidan en la formulación de políticas públicas.
Sin duda, representa una oportunidad de oro para que los jóvenes propicien una transformación del ejercicio político, a través de nuevos rostros, nuevas causas y una visión renovada que posibilite cambios desde los territorios.
En el Atlántico, de acuerdo con los reportes de la Registraduría del Estado Civil, un poco más de 641 mil jóvenes son los llamados a participar en esta fiesta democrática, que ha conllevado un robusto esquema logístico que comprende la habilitación de 1.055 mesas en 300 puestos de votación distribuidos a lo largo y ancho del departamento.
En todo el territorio atlanticense se encuentran inscritos 1.920 aspirantes, una nutrida cifra que refleja la diversidad de voces, creencias y causas que hoy movilizan a la juventud.
Frente a la jornada electoral de este domingo, una de las principales preocupaciones por parte de las autoridades electorales corresponde a la abstención, teniendo en cuenta que en los comicios de 2021 se registró la participación del 10 % del censo habilitado.
Aunque en su momento se relacionó dicha participación con las restricciones de movilidad de la pandemia por covid-19, para algunos expertos fue el reflejo de la desconexión de los más jóvenes con los procesos electorales.
Para hacer frente a esta apatía, los padres, educadores y el sector público tienen un papel clave. Y es que se debe reconocer a la población joven como un actor con capacidad de proponer, liderar y transformar. La sociedad colombiana debe visionar que la solidez de la democracia dependerá, en los años venideros, de la confianza que se logre generar en estas generaciones.
En ese sentido, diversas entidades desplegaron estrategias para promover la participación juvenil. De tal manera que esto ha conllevado otro desafío, de una importancia aún mayor: transformar la manera en que los jóvenes entienden y viven la política.
Y así lo han entendido los movimientos sociales, colectivos barriales, agrupaciones estudiantiles y partidos políticos, que a través de campañas cercanas, un lenguaje más auténtico y propuestas que conectan con las realidades cotidianas han logrado acercar a esta población al mundo de la política.
En medio de esta coyuntura, los Consejos de Juventud deben consolidarse como un semillero de nuevos liderazgos políticos, que permitan una sana coexistencia entre estructuras tradicionales y apuestas independientes con un propósito claro: renovar la forma de hacer política desde el plano local.
Por eso resulta clave que aquellos jóvenes que resulten elegidos entiendan que su papel no se limita a representar. Desde su labor deben propiciar espacios para conectar, inspirar y movilizar a una generación que busca ser escuchada.
Por ende, este proceso representa una valiosa oportunidad para que la juventud se involucre activamente en la vida pública, ejerciendo su derecho al voto y proponiendo liderazgos que representen sus intereses y sueños en los escenarios de decisión del país.