Barranquilla ingresó a las grandes ligas de la más numerosa e importante asociación de policías del mundo, Interpol, con la apertura de una sede permanente en la ciudad. Esta es una decisión estratégica enfocada, en primera instancia, en la lucha contra organizaciones criminales con conexiones transnacionales que hacen presencia en la región. Pero, además, se da como un hecho que la operación de la nueva dependencia, de la que hacen parte 190 uniformados con formación especializada, tendrá un impacto significativo en la mejora de la seguridad del área metropolitana, del resto del Atlántico e incluso del Caribe colombiano.

La captura de capos de mafias italianas, mexicanas o de los Balcanes, los llamados ‘narcos invisibles’, durante los últimos años en el departamento demuestra el valor e interés que representa Barranquilla para estas redes criminales globales. Por su doble condición de puerto marítimo y fluvial y de epicentro comercial del Gran Caribe, la ciudad es usada como una puerta de entrada o de salida para sus muchas actividades ilícitas: narcotráfico, lavado de activos o blanqueo de dinero, tráfico de armas y de personas, contrabando y ciberdelitos.

Estas redes internacionales, en asocio con sus aliados locales, desde el Clan del Golfo hasta ‘los Costeños’, ‘los Pepes’ o la banda subcontratada de turno, encuentran en el dinamismo económico de Barranquilla, en su conectividad aérea y portuaria, rutas logísticas legales que terminan infiltrando para sus fines delictivos. Su nivel de sofisticación es tal que resulta difícil para las autoridades distritales o departamentales –con sus medios propios– darles alcance con la celeridad requerida. En consecuencia, tiene que estructurarse una respuesta proporcional en tecnología, inteligencia y colaboración entre países para actuar con acierto.

Pues, la Interpol Barranquilla es parte de esa respuesta que intentará garantizar velocidad, articulación y conocimiento global para combatir la criminalidad asentada entre nosotros.

De ahora en adelante, cabría esperar que la publicación de notificaciones, el rastreo de objetivos de alto perfil y la coordinación de macroperaciones sean más rápidas y efectivas. Ya no tendremos que depender de la sede principal de Bogotá para ejecutar órdenes de captura internacional —las circulares rojas— o para acceder en tiempo real a las bases de datos de criminales buscados en 196 países. Información de inteligencia que será definitiva para identificar modus operandi, rutas o estructuras y anticiparse a sus próximos movimientos.

La presencia de Interpol en Barranquilla también es una oportunidad histórica para sumar las capacidades, los recursos y la visión estratégica de su delegación con las de la Policía Metropolitana y del Atlántico. Estas trabajarán de forma integrada en el análisis criminal, técnicas de investigación y uso de tecnología avanzada, entre otras competencias, en aras de mantener una transferencia de conocimiento constante que dé paso a acciones directas contra el crimen transnacional, incluidas extradiciones y judicialización de delincuentes requeridos en otros países. Al final, mandan los resultados. Uno de ellos, debilitar o desmantelar eslabones de estructuras internacionales en barrios, localidades o municipios, mientras se envía un mensaje disuasorio a sus miembros, a quienes los tendrán en la mira.

La histórica inversión de un billón de pesos en seguridad ciudadana hecha por el alcalde de Barranquilla y el gobernador del Atlántico ha modernizado la operación de la Fuerza Pública en tecnología, infraestructura, movilidad, comunicaciones y programas de prevención. Sin embargo, la extorsión y asesinatos selectivos asociados al crimen organizado no dan tregua. En ellos deberían enfocarse las acciones conjuntas o renovadas capacidades de

Barranquilla ni Atlántico pueden ser territorio cómodo o propicio para la criminalidad. Por el contrario, si se está a la altura del desafío, la presencia de la Interpol podría convertirlas en un referente de cómo la inteligencia global se integra a la dinámica local para combatir la ilegalidad. Puede que no sea tan fácil ni rápido, de suerte que se necesitará continuidad en las inversiones, más coordinación institucional y liderazgo local para construir una nueva relación entre las personas y su entorno de seguridad que restablezca la confianza perdida.