El encuentro que sostienen, este jueves, los presidentes de Estados Unidos, Joe Biden, y de Colombia, Gustavo Petro, resulta una ocasión de oro para remarcar el carácter armonioso de las relaciones, no solo entre ambos países, también con nuestro vecino más cercano: Venezuela. La cita en Washington, la primera que coloca frente a frente a los mandatarios, es importante porque permite, justo eso, una conversación fluida, privada y directa, sobre cuestiones cruciales entre socios estratégicos que, pese a sus evidentes desencuentros, se necesitan mutuamente. En la extensa agenda común, una serie de temas se juegan su futuro. Para empezar, el nuevo enfoque que requiere la lucha contra las drogas, la puesta en marcha de esfuerzos adicionales para fortalecer la acción climática y la consolidación de más iniciativas de cara a asegurar una verdadera inclusión social en los territorios marginados por la persistente violencia.
Si bien es cierto que la relación bilateral, como le aseguró a EL HERALDO el embajador de Estados Unidos en Colombia, Francisco Palmieri, es hoy “más fuerte que nunca” por sus afinidades, también lo es que la política, tanto la doméstica en ambos casos como la global, vive convulsionada permanentemente. La guerra en Ucrania continúa estando como telón de fondo de buena parte de las actuales crisis, siendo un asunto geoestratégico crucial para el anfitrión. En un contexto tan retador en el que encaramos un mundo nuevo con riesgos crecientes, a Colombia le conviene afianzar los vínculos con su mayor aliado para obtener respaldos a sus muchos desafíos sociales, económicos o climáticos: desde la construcción de la paz total hasta el irrenunciable combate contra las estructuras criminales ilegales, pasando por proyectos de transición energética que nos encaucen de manera gradual hacia una economía descarbonizada.
La realidad aconseja estrechar lazos y construir confianza. De ello dependerá de que se abra formalmente y se mantenga entre Washington y Bogotá una vía de comunicación razonablemente sólida que facilite debatir salidas viables a lo que el colombiano Juan González, principal asesor para Latinoamérica del presidente de Estados Unidos, ha descrito como “un conflicto civil del siglo XXI”. Se refiere a la situación en Venezuela, otro de los platos fuertes de la conversación Biden-Petro. Distintos hechos han demostrado el pragmatismo de la actual administración para desmantelar las políticas fallidas de Donald Trump, quien impuso duras sanciones a Caracas para presionar la salida del régimen autoritario del chavismo. Eso nunca ocurrió. Por el contrario, Nicolás Maduro encontró la excusa perfecta para achacarle a un enemigo externo su responsabilidad en la calamitosa condición de rotundas carencias que forzó la huida de 7 millones de personas. Más del 40 % de ellas han encontrado acogida en Colombia.
Desde su incipiente rol de líder regional, el presidente Petro apuesta por ser la bisagra que articule un nuevo tiempo de diálogo político entre el Gobierno de Venezuela, la oposición y la comunidad internacional. Se hace indispensable, por un lado, restablecer la negociación suspendida entre las partes para sentar las bases de una transición democrática y, por otro, ofrecer alivios humanitarios a la población del vecino país que mantiene su éxodo. “Más democracia, cero sanciones” es el mensaje que Petro transmitirá a Biden en su encuentro y que, además, estructura la conferencia internacional sobre Venezuela, convocada por la Cancillería la próxima semana en Bogotá. Por el momento, Estados Unidos no estaría dispuesto a levantar esos castigos económicos a Caracas sin que esta acredite mínimos de acervo democrático que allanen la celebración de elecciones libres y justas. Si esto finalmente sucede el Gobierno no descartaría concretar a través de Ecopetrol la compra de Monómeros, una de las empresas de Venezuela sometida a sanciones. Que Colombia trabaje por normalizar la situación en Venezuela es una buena señal, reconocida por el propio Maduro y sectores de la oposición. Ninguna posibilidad debería desecharse. Que la gestión de Petro dé los frutos esperados, eso es otra cosa. Pero su voluntad expresa el clamor de quienes entienden que urge resolver el aislamiento de nuestro vecino.