https://www.youtube.com/watch?v=UmXyXL2_-24

Difícilmente podía ser más adverso el momento para la subasta de Electricaribe luego del retiro de varios de los interesados y en plena crisis del coronavirus in crescendo, pero al final se logró. El Gobierno adjudicó la operación de esta nefasta compañía a EPM y al Consorcio Energía de la Costa, integrado por la Empresa de Energía de Pereira y Latin American Corp.

Empresas Públicas de Medellín asume el manejo de los departamentos de Bolívar, Cesar, Córdoba y Sucre, el segmento conocido como Caribe Mar del que forman parte 1.51 millones de clientes, y el Consorcio Energía de la Costa estará a cargo de Caribe Sol, integrado por 1.21 millones de clientes de Atlántico, La Guajira y Magdalena.

Estos operadores adquieren el compromiso de invertir 8.7 billones de pesos en el mejoramiento del servicio de energía y de la infraestructura eléctrica en la región en un plazo de 10 años. El reto es descomunal porque tendrán que responsabilizarse del mantenimiento de redes, estaciones y subestaciones, así como de la tecnificación de los sistemas de medición, entre muchas otras tareas aplazadas, todo con el propósito de garantizar un servicio digno, eficiente y con tarifas justas a los 10 millones de usuarios del Caribe colombiano.

Y como por estos lares más de uno está curado de espanto, el martes se pasará del dicho al hecho con la suscripción del contrato de adquisición de las acciones y activos de Electricaribe.

Hoy la Costa Caribe celebra, pero debe hacerlo con mesura y manejando sus expectativas. Si bien es cierto que los entrantes operadores, ciudadanos corporativos expertos en servicios públicos domiciliarios, lograron poner sobre la mesa las garantías exigidas y demostrar que están en capacidad real de acometer las inversiones demandadas por 8.7 billones de pesos, superar el rezago de más de una década perdida no será tan fácil ni rápido como los habitantes de la región demandan.

La profunda crisis en la prestación del servicio de energía eléctrica, en la que la inoperancia de Electricaribe sumió a la región, no se solucionará de la noche a la mañana. El retraso va desde las líneas y transformadores de distribución hasta las líneas de transmisión. Aunque se haga un trabajo juicioso y dedicado acometiendo los proyectos necesarios con todos los materiales eléctricos requeridos, la mejor ingeniería y mano de obra, los primeros cambios en la calidad del servicio se demorarán al menos un año.

Los nuevos operadores también tendrían que moderar su condición de expectativa de rentabilidad, que según los conocedores no obtendrían antes de cinco o seis años.

Adicionalmente, la falta de reconocimiento por parte de la Comisión de Regulación de Energía y Gas, frente a las situaciones particulares que implican gestionar la energía eléctrica en la región Caribe, es otro de los desafíos a superar. Situaciones como el manejo de la salinidad, la dispersión de los mercados y líneas muy largas para bajos consumos de energía hacen más complejo el tema.

Hay que atajar las pérdidas de energía, hoy cercanas al 27%, que constituyen una dificultad para que los nuevos operadores logren rentabilidad en sus ingresos. Otro reto pendiente que deben tener en cuenta quienes ingresan al mercado del Caribe pasa por mejorar la estrategia de comprar energía eléctrica.

Un asunto más depende directamente de los usuarios. Una buena prestación del servicio debe generar una cultura de pago cumplidora de sus obligaciones. Además, los ciudadanos deben tomar conciencia para erradicar la riesgosa práctica del hurto del fluido eléctrico, que no sólo pone en peligro sus vidas, sino también el servicio como tal.

Comienza ahora un proceso de transición que podría terminar, en el escenario más optimista, en los próximos 3 meses hasta la “entrega de las llaves” del mercado de energía del Caribe, ahora segmentado, a EPM y al Consorcio del Caribe. Un período en el que se avanzará en los trámites legales para la conformación de las dos nuevas empresas que deberán garantizar la prestación del servicio y la realización de las inversiones, antes de fijar unas nuevas tarifas.

La tarea del Gobierno con el Caribe colombiano para superar la afrenta que significó Electricaribe durante tantos años aún no puede terminar. La Superintendencia de Servicios Públicos Domiciliarios debe continuar con su intervención hasta que se formalice la liquidación; pero lo más importante en esta etapa es que el Ejecutivo sea capaz de hacerle seguimiento a la promesa de valor de un servicio de calidad para los usuarios, que ofrecieron con la llegada de estos dos nuevos operadores.