
La reunión anual del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial concluyó ayer formalmente con todos los ojos puestos en la crisis de deuda de Europa y la reafirmación de que la acción conjunta es “crucial” para aplacar la incertidumbre financiera internacional.
“El euro es pilar esencial y estable del sistema monetario internacional (...) Su papel central hace que sea crucial que cualquier duda sobre sus fundamentos institucionales sea eliminada”, indicó ayer Josef Ackerman, presidente del Instituto de Finanzas Internacionales (la principal asociación de banqueros).
En el mismo sentido se expresó Agustín Carstens, gobernador del Banco Central de México y quien fuera candidato a la dirección del FMI en julio.
“El mensaje que me llevo es que las autoridades europeas, en un entorno muy complicado, tienen toda la determinación de aplicar las medidas necesarias”, dijo.
El llamado a la unidad ante la gravedad de la situación ha sido repetido tanto por los países avanzados, inmersos en una endeble recuperación económica, como por los emergentes, quienes han mantenido encendidos los motores de la economía mundial pero temen ser arrastrados por la caída de la demanda global.
“Hay un claro reconocimiento de la gravedad de la situación. Existe una muy fuerte resolución de que nuestros colegas europeos harán todo lo que sea necesario para evitar la perspectiva de un prolongado periodo de estancamiento”, afirmó en su discurso Tharman Shanmugaratnam, presidente del Comité Financiero y Monetario Internacional del FMI.
Sin embargo, también se han visto durante la reunión de líderes económicos mundiales señales de nerviosismo e impaciencia.
El secretario del Tesoro de EU, Timothy Geithner, advirtió a los líderes europeos que detengan “la amenaza de una quiebra en cascada de los bancos” con resoluciones enérgicas y contundentes.
El ministro de Finanzas de Brasil, Guido Mantega, subrayó que la solución de la crisis es “responsabilidad de los líderes”.
Washington.
EFE