Extensas horas de trabajo y un solo objetivo: volver por un nuevo título. Óscar Escandón, aquel chico que molía maíz para hacer arepas junto a sus padres en su natal Ibagué, es hoy el único campeón mundial (interino) masculino que tiene Colombia.
Escandón, quien se preparó durante ocho meses en Los Ángeles, dejó fuera de combate al mexicano Róbinson Castellanos cuando transcurría el séptimo asalto y se alzó con el cetro del peso pluma del Consejo Mundial de Boxeo (CMB). Un nocaut que lo celebró a todo pulmón.
'Este es un triunfo para Colombia y eso es lo que estábamos esperando. Se dio una pelea buena y estaba confiado en que iba a ganar otra vez un título. Yo decía que si agachaba la cabeza era para pedirle a Dios que me ayudara. Nunca perdí la fe ni bajé los brazos', expresa el púgil de 31 años que llegó a 25 triunfos, 17 por la vía del sueño y dos derrotas. Castellanos encajó su duodécima derrota.
Un metro y 60 centímetros es la altura de Escandón, un boxeador intrépido que se ‘carea’ ante rivales con 10 y 15 centímetros de diferencia, situación que él la ve muy normal.
'Me ha tocado muchas veces pegarme ante rivales más grandes, pero eso no va en la estatura, eso va en los cojones que yo tenga', agrega.
En octubre o noviembre, según confirmó su representante Juan Carlos González, Escandón volvería al ring, pero todo quedará en manos de su empresa promotora, Sampson Boxing.
Triunfo para sus hijos
Óscar Escandón había conseguido, en diciembre de 2014, el título supergallo de la AMB ante el canadiense Tyson Cave. En abril del año pasado, en su primera defensa, Moisés Flores le arrebató su cinturón. El sábado, Escandón volvió a probar las mieles del triunfo y su dedicación fue para dos personas especiales, sus hijos. 'Mi triunfo fue para Gabriela (un mes) y Juan José (7 años). También para toda la gente que está pendiente de mí en Ibagué. Es la primera vez que hay un campeón en Colombia en peso pluma', destacó.