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Como nos ha sucedido otras tantas veces, hemos extraviado una carta que nos envió una hija de Orlando El Gancho Jiménez, el gran lanzador zurdo de Atlántico, dueño de una curva extraordinaria por la profundidad que se mandaba, pero como todo zurdo (corregimos, como la mayoría de todos ellos) tenía problemas con el control, que fue, es y seguirá siendo la base principal de todo lanzador en todo tiempo que se cuente para jugar béisbol.

Según nuestras cuentas – un poco alegronas porque el béisbol y en general todo el deporte colombiano acusa una falta desoladora de documentos históricos y fidedignos, porque aunque duela decirlo o admitirlo, históricamente nuestro béisbol ha andado a salto de mata a través del tiempo, cuando apareció por vez primera en suelo barranquillero, en compañía del béisbol, allá por 1905 – y ese béisbol ha quedado a merced de 4 o 5 Juan Orejas, quien era más embustero que un bando negro, como decían nuestros abuelos --.

¿Nuestras cuentas? Orlando Jiménez es el tercer lanzador zurdo de Atlántico en materia de calidad serpentinera. El segundo e indudablemente superior a él era el zurdo Víctor Pérez, uno de los tiradores que mentalmente tenemos consignado para haber sido pitcher de Grandes Ligas, si en sus tiempos hubiésemos tenido dirigentes conocedores, así fuera elementalmente, lo que era el Béisbol Organizado de EE. UU. Si para los cartageneros y para muchos más Chita Miranda ha sido el más grande bateador derecho que ha tenido Colombia, deduzca lo grande que fue el Zurdo Pérez cuando con casi 40 años y Chita con 20 (es decir, podía ser su padre) lo ponchó 2 veces una tarde en el Romelio Martínez.

Y si el Zurdo Pérez fue el segundo y El Gancho el tercero, ¿quién fue el primero, insigne garrapateador de cuartillas? ¡Ah, lectorcito ‘bicho verde’ que te pica la curiosidad!

Fue el Zurdo De la Cruz, gloria de glorias tirando para el plato. No teníamos edad para haberlo visto en acción pero nuestro hermano mayor, Chelito De Castro Tavera, se hacía una melcocha hablando de él. Su gran hazaña, por sí sola, basta y sobra para medir su grandeza. En 1915, en un juegazo entre Bolívar y Atlántico, tuvo la jaquería que nadie ha intentado jamás. En el 7º inning y con la tanda fuerte de Bolívar, mandó a sentar todo el infield, menos el catcher, y todo el outfield, para ponchar a los 3 bateadores en turno.

Hombre, dejemos ya todo eso para volver al Gancho Jiménez, que alcanzamos a leer que está enfermo y en el Seguro no quieren atenderlo, como jubilado que es de la Universidad del Atlántico, donde fue instructor por muchos años. ¡Bendito sea Dios!

¿Qué se necesita para machacar y pulverizar estas ingratitudes con nuestros deportistas? ¿No será lo de casi siempre? Si la medicina es baratieri (cafiaspirina, extracto de ‘bichobombito’, ahí está, pero cuando es algo carita, no se puede dar), dicho ya para terminar, que nos estamos pasando de la raya.

Por Chelo de Castro C.