Se arropa la vida con las canciones del Año Nuevo. Ayudan a regocijar el espíritu con sueños, promesas e ilusiones. Esperanzas que afloran sin saber que celebramos, si la llegada de los días nuevos del calendario, o un año más de vida. Fiesta de contrastes difíciles de interpretar por esas paradojas propias de la existencia. Año nuevo con posesiones a granel, salpicadas ellas de promesas, que de cumplirse todas, esta urbe y sus alrededores serían como un edén, o ese paraíso que todos soñamos y anhelamos.
Mientras tanto, la ciudad comienza a desojar sus días sumida en el mismo caos de antaño, sin que las pinceladas del desarrollo urbano hayan podido ocultar el desmadre del espacio publico y la movilidad. Basta con dar una vuelta por los alrededores para contemplar ese desorden colectivo semejante a un mercado Persa.
En cuanto a lo que atañe al sector deportivo, renglón este postrado en el cuarto de San Alejo, olvidado, como sino existiera, inicia el año con las mismas promesas de siempre. Si ayer estaba en cuidados intensivos, hoy esta en sala de cirugía con pronóstico reservado. Indeportes, su ángel guardián, sin recursos, y lo peor, sin voluntad política para resucitarlo. Es tal la crisis, que los deportistas ya dijeron que se van a competir a otro lado. El desamparo en ese sector es total. Los escenarios deportivos, algunos subutilizados, otros a merced del tiempo y la desidia, tales como el Tomás Arrieta, el Suri Salcedo, y el ya destruido coliseo cubierto. La villa deportiva de la Universidad del Atlántico, complejo deportivo construido con lujos de detalles, convertido en un elefante blanco por su inoperatividad.
Mientras en otros departamentos, sus gobernantes comprometidos con esta causa, realizan convenios, y solicitan adiciones en su presupuesto para el desarrollo de esta actividad, en el nuestro tal gestión brilla por su ausencia. Tal desidia ha servido de caldo de cultivo para la emigración de nuestros deportistas, para que los entrenadores busquen un mejor horizonte por otro lado, y para la perdida total de ese sentido de pertenencia, de ese que marca la diferencia. Los próximos juegos nacionales se acercan, de acuerdo a estadísticas que me han llegado, la presencia de Atlántico en dichas justas debería estar limitada a 40 deportistas.
El tiempo pasa y no se detiene, las canciones con aroma de carnaval se asoman para decirnos que es tiempo para dar rienda suelta a las limitaciones del espíritu. Las mismas paradojas de la vida.
Por José Deyongh Salzedo