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En medio del polvo, el viento árido y los paisajes infinitos de La Guajira, Alma del desierto encuentra su lugar en el corazón de una mujer que ha luchado por existir en sus propios términos: Georgina Epiayú, una mujer trans wayuu en el ocaso de su vida. Ella es la protagonista de este documental dirigido por Mónica Taboada Tapia, una realizadora cartagenera que quiso contar una historia de resistencia, justicia y reconocimiento en un país que aún le da la espalda a muchas de sus comunidades.

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Tras recorrer festivales nacionales e internacionales, ganar premios y abrir la edición 64 del Festival Internacional de Cine de Cartagena de Indias (FICCI), Alma del desierto se estrena este jueves 1 de mayo en salas de cine de Bogotá, Medellín, Cali, Barranquilla, Valledupar, Riohacha y otras ciudades. La apuesta es clara: que el público conecte con esta historia profundamente humana y dolorosamente real.

“Hemos tenido muy buenas críticas y eso es importante. Ha habido mucho interés de la prensa, también es importante. Pero ahora con el contacto con el público, la gente de a pie, ha sido muy bonito ver que las personas se conectan con la película y que les gusta conocer esa realidad de Colombia que no es tan evidente ni tan conocida”, dice Taboada, emocionada por lo que está ocurriendo con la película fuera del circuito de festivales.

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Una historia de raíces y despedidas

La sinopsis es clara y conmovedora: Georgina, en el tercer acto de su vida, sabe que su tiempo se agota. Decide entonces emprender un viaje para reencontrarse con sus hermanos, que viven aislados en los márgenes de un sistema burocrático que les niega identidad y derechos. La historia se mueve entre heridas del pasado, memorias que aún duelen y una esperanza terrosa que lucha por sobrevivir.

“La gente está contenta de ver La Guajira, de ver a las comunidades wayuu, de ver a gente wayuu hablando wayuunaiki”, cuenta la directora, destacando la importancia de la representación real y digna en pantalla. “Hay mucha emoción de verse retratado ahí en ese espejo”, dice sobre la expectativa del público guajiro.

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Y es que una película como esta no se limita a ser vista: se siente, se respira, interpela. No se trata solo de la historia de Georgina, sino de lo que representa: una deuda histórica con los pueblos indígenas, con la comunidad trans, con las mujeres mayores y con los territorios olvidados del Caribe colombiano.

Guerrero Films/Cortesía

Abrir el FICCI y el paso a salas

Alma del desierto abrió el FICCI este año con cuatro funciones que superaron las expectativas del equipo. “Durante el festival, alrededor de 1,400 personas vieron la película. El primer día incluso había gente sentada en las escaleras para alcanzar a ver la peli”, recuerda Taboada. “No me lo esperaba. También es nuestra primera película y estamos aprendiendo el proceso bastante de cómo seducir al público para que vaya a ver la película y para que se entere que las películas están pasando”.

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Pero más allá del éxito en festivales, el verdadero reto ahora es llevar a las personas a las salas de cine. “Estamos en un momento en que en el mundo la gente no está yendo tanto a salas... creo que llevar personas al cine es un reto para todas las películas en este punto”, reconoce la directora. Aun así, el equipo está haciendo todos los esfuerzos para que esta primera semana sea clave y garantizar una segunda. “Estamos enfocados en hacer publicidad y contactos estratégicos estos dos, tres días para que masivamente la gente pueda ir a verla”.

Uno de los momentos más emotivos del proceso fue la presencia de Georgina en el FICCI. Aunque en principio no quería ir a Cartagena —“no quería dejar su casa, no quería dejar sus animales”—, finalmente accedió. “Creo que valió la pena porque estuvo muy contenta... tuvo muchísima atención de la gente, de la prensa, del público en general y la pasó muy bien”, cuenta Taboada. “Recibió el amor de la gente, de las personas. Creo que se llevó un muy buen recuerdo del viaje a Cartagena”.

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Aunque por su edad y situación le cuesta movilizarse, esperan que pueda estar presente en algunas funciones en Riohacha o incluso Bolivia. “La relación está bien, seguimos hablando todas las semanas”, agrega.

Lo que sigue para Mónica Taboada

Mientras Alma del desierto comienza su andar en salas, Taboada ya está cerrando su próximo proyecto: Reina del Pueblo, otro documental rodado en Cartagena, que se estrenará el próximo año. La cinta cuenta la relación entre una madre y una hija en una ciudad marcada por dinámicas que no siempre son seguras para las mujeres.

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“Es una película que nos tiene muy emocionados, que también hemos hecho con mucho amor”, explica. Y aunque su carrera ha estado centrada hasta ahora en el documental, ya piensa en ficción como camino futuro. “Tenemos compromisos con estas películas que tratan de personas reales y que nos abrieron la puerta a sus vidas. Entonces, queremos cerrar los ciclos de la manera más responsable y amorosa para poder encarar los nuevos retos”.

Taboada también destaca lo importante que es para ella y su equipo, como caribeños, mostrar realidades que no suelen tener voz. “Somos un país que todavía no se conoce, no se mira al espejo de manera total, completa”, dice con convicción.

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