La modernización exige un nuevo pacto civil-militar. Un país que aspira a crecer, atraer inversión y ampliar su democracia, necesita unas Fuerzas Militares fuertes, disciplinadas y modernas, no debilitadas por la improvisación o la falta de continuidad estratégica.
Lo que estamos viendo es la sustitución del Estado y su institucionalidad por una alianza del Gobierno con grupos armados ilegales a los que no se combate sino que se protege y cuyo protagonismo y alcances se harán más relevantes a medida que nos acerquemos a las elecciones.
Indudablemente, se requiere una mayor presencia del Estado en las numerosas poblaciones que hoy padecen este drama humanitario complejo, viviendo en medio del temor por el accionar delictivo de los grupos ilegales.
Que pensarán sobre estas ficciones los más de cien candidatos, algunos por el engañoso sistema de firmas, que aspiran a conducir la nave del Estado. ¿No será mejor pasar de las ficciones a las realidades?