Ninguna gota de lluvia cae rota en la tierra, es aquí donde los fantasmas poseen a los hombres. Casi todos somos tormenta, todos hemos estado inundados, todos hemos sido golpeados, todos hemos estado deshechos, todos hemos visto nuestra piel raspada, todos hemos caído. Todos nos hemos abrazado a la materia y en el mundo material se padecen alteraciones que enferman, que matan y enloquecen.
La estridencia del ruido externo y del dolor, nos ha cegado y ensordecido. 

Es urgente e importante ir de regreso a la conciencia original. Empezar de nuevo. ¡Y qué bueno es empezar de nuevo! No hay nada más congratulante y digno que aprender y empezarlo todo una vez más. Vinimos a empezar de nuevo y extrañamente pensamos o sentimos que solo se empieza de nuevo cuando todo se ha perdido, por el contrario, siendo cierto y bienvenido el desapego al entender que nada es nuestro y que, por eso, debemos empezar de nuevo cada día.  

Empezar de nuevo a amar aunque pensemos que el tiempo transformó el amor en costumbre y compañía. Empezar de nuevo a hacerlo aun entre los mismos dos sujetos que por momentos se resignan y se olvidan. Empezar de nuevo la siembra, volver a arar el terreno encontrando entre sus vetas más sustento, más soporte, más arraigo y más cimiento. Empezar de nuevo a verlo todo. Acentuar la observación para encontrar quienes y qué somos, pues decimos de manera permanente: “son mis ojos, mis manos, mis piernas y mis pies.” Es evidente que al decirlo así, estamos planteando ser propietarios de ellos.  ¿Y quién es realmente el propietario? ¿Acaso lo conocemos? ¿O lo hemos olvidado? Sabemos de qué somos dueños, pero no sabemos quiénes somos. Probablemente estemos hablando desde el alma espiritual y lo estemos desconociendo al mismo tiempo.

Qué bueno es empezar de nuevo y buscar aproximarse por fin a ese encuentro, a ese gran suceso.

Empezar de nuevo a caminar ya conociendo lo que antes era el camino de lo incierto.

Todos estamos empezando algo de nuevo, y algo nuevo. Por ejemplo: la vida sin los que ya se fueron. Por ejemplo: un oficio nuevo, un nuevo desempeño, un trabajo nuevo, un lenguaje nuevo, un sueño nuevo, un nuevo emprendimiento, un nuevo crédito, un tiempo nuevo, un mundo nuevo.

Aquí nos encontramos todos. Todos somos iguales en esta página, enfrentando todas las dificultades y superando los obstáculos propios. Si abrimos los sentidos entenderemos que es un buen momento para iniciar un nuevo ascenso y entrenarnos para estar siempre conscientes, siempre presentes, concentrados, con fuerza y alegría, venciendo el pensamiento anticipado, sin afán por fabricar alguna manera de ser felices, pues eso solo crea más inconvenientes. 

Es importante empezar de nuevo para poder volver a ser, para poder desde esa esquina, construir una sociedad que no sea engañosa, para no seguir trabajando duro para nada y para no caer en un sufrimiento atroz.

Empezar de nuevo, para aceptar que nos caemos y que vale mucho la pena volver a empezar, como le oí decir alguna vez a “Pepe” Mujica, entonces presidente de Uruguay: “Siempre vale la pena volver a empezar, una y mil veces mientras uno esté vivo, ese es el mensaje más grande de la vida, volver a empezar”